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Nuevo documento de consenso internacional sobre el uso de resonancia magnética tras un infarto

Liderado por los doctores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) Valentín Fuster y Borja Ibáñez, este documento de consenso nace de la necesidad de guiar a la comunidad cardiovascular en la aplicación de protocolos, técnicas y situaciones más adecuadas para realizar una resonancia magnética tras un infarto

El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha coordinado el primer documento de consenso internacional sobre recomendaciones para la realización de resonancia magnética en ensayos clínicos o investigación experimental en infarto de miocardio.

 
El texto, publicado en la revista ‘Journal of the American College of Cardiology’, concluye que el tamaño del infarto absoluto, es decir, el porcentaje de ventrículo izquierdo que queda dañado de forma irreversible, debe ser el objetivo principal a valorar en los estudios que evalúen el efecto de nuevos tratamientos en este contexto. Además, se recomienda que la prueba de resonancia magnética debería realizarse entre el día 3 y 7 tras el infarto.
 
Liderado por los doctores del CNIC Valentín Fuster y Borja Ibáñez, el documento nace de la necesidad de guiar a la comunidad cardiovascular para la aplicación de «los mejores protocolos, las mejores técnicas y las situaciones más adecuadas para realizar una resonancia magnética tras un infarto».
 
«La resonancia magnética es una de las mejores pruebas para estudiar el corazón tras un infarto. Permite analizar su anatomía, función y composición del tejido de una forma muy precisa sin necesidad de utilizar radiación. Es la prueba ideal para evaluar el efecto de nuevas terapias en el infarto agudo de corazón. Sin embargo, no existían recomendaciones sobre las medidas a realizar en los estudios de resonancia magnética y el momento de hacerlas para evaluar el efecto de estas terapias», comenta Fuster.
 
Por su parte, Ibáñez ha insistido en que este tipo de documentos de consenso tiene unas implicaciones «enormes», debido a que «el infarto afecta a millones de personas en el mundo cada año y es un campo muy activo de investigación». «Este tipo de documentos de consenso sirven de guía para que se homogeneicen las pautas de uso de esta herramienta tan potente. En la actualidad hay multitud de ensayos clínicos que utilizan esta técnica para evaluar el resultado principal, pero es muy complicado comparar unos estudios y otros debido a que se utilizan protocolos muy diferentes», justifica.
 
Además de determinar que el objetivo principal en los estudios que evalúen el efecto de nuevos tratamientos debe ser el tamaño del infarto absoluto, el informe recomienda que la prueba de resonancia magnética debería realizarse entre el día 3 y 7 tras el infarto. «Este periodo de tiempo tras el infarto es donde las medidas de resonancia magnética son más estables y están menos afectadas por los cambios rápidos que sufre el corazón para intentar auto-repararse. Esta ventana temporal es además logísticamente factible ya que la gran mayoría de los pacientes permanecen ingresados en el hospital al menos tres días tras padecer un infarto. Esta es la ventana de tiempo que deberían utilizar los ensayos clínicos en esta patología», asegura Rodrigo Fernández-Jiménez, coautor del documento.
 
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