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Más de dos millones de personas padecen el síndrome de las piernas inquietas en España

La Sociedad Española de Neurología (SEN) recordó este miércoles que en España más de dos millones de personas padecen el síndrome de las piernas inquietas (SPI)y que cerca de un 20% sufren una forma grave de este síndrome

El SPI, también conocido como la enfermedad de Willis-Ekbom es una patología neurológica caracterizada por la presencia de molestias descritas como hormigueo, quemazón, calambres, inquietud, y/o dolor en las piernas. Estas sensaciones desagradables suelen aparecer o empeorar durante el reposo, acontecen al atardecer o anochecer y llevan al paciente a experimentar la necesidad urgente de moverse para aliviar estas sensaciones. Esto hace que, en muchos casos, los pacientes tengan dificultar para conciliar el sueño o que se desencadenen despertares.

 
Se trata de una enfermedad bastante común, ya que se estima que la prevalencia del síndrome de las piernas inquietas alcanza al 5-10% de la población adulta y al 2-4% de los niños y adolescentes europeos. Está altamente infradiagnosticada, y algunos estudios apuntan que solo un 10% de los casos estarían diagnosticados y que esta cifra es aún menor en la infancia. En algunos casos, incluso, pueden trascurrir 10 años hasta que se realiza un diagnóstico correcto de ésta.
 
“El curso de esta enfermedad es fluctuante, con temporadas en que los síntomas son más leves u otras en que son más intensos y empeoran la calidad de vida. Por lo general afecta a las extremidades inferiores, generalmente en las pantorrillas y en los tobillos. En algunos casos las molestias pueden ser intensas e incluso manifestarse durante el día y también pueden involucrar otras partes del cuerpo, como las extremidades superiores o el abdomen. Por lo tanto es común que algunos pacientes lo confundan con molestias debidas a una mala circulación y, en determinados casos, no es hasta que implica un mal descanso, con insomnio o somnolencia durante el día cuando consultan”, destacó la doctora Ana Fernández Arcos, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la SEN.
 
Enfermedad incapacitante
 
Según apuntó la SEN, en los casos graves de esta enfermedad es muy incapacitante. En este sentido, uno de los últimos estudios realizados en España entre pacientes adultos señala la alta prevalencia de síntomas asociados como el dolor intenso, el insomnio, la depresión o la ansiedad entre los pacientes, que no solo hacen que disminuya su calidad de vida sino que produce importantes limitaciones en su vida diaria y en las relaciones sociales y laborales. Asimismo, el síndrome es más frecuente en las mujeres, en una proporción de 2 a 1 respecto a los hombres. En edades tempranas no hay diferencias en cuanto a la distribución de sexos, pero al final de la adolescencia comienza a ser más frecuente en las niñas.
 
En cuanto al momento de su inicio, al ser las explicaciones de los niños más imprecisas, hasta un 40% de los adultos que son recientemente diagnosticados señalan que sus síntomas se iniciaron en la infancia, ya que en la edad pediátrica es común que los niños describan sus síntomas como picor, que tienen ganas de dar golpes o que tienen demasiada energía en las extremidades. Además, los síntomas no tienen por qué aparecer por la noche, sino que pueden hacerlo en cualquier momento del día, especialmente cuando están sentados.
 
Por otra parte, en los niños, SPI se ha asociado con diferentes trastornos del estado de ánimo o con trastornos psiquiátricos. Sobre todo se ha visto una asociación bidireccional con el trastorno por déficit de atención/ hiperactividad (TDAH), tanto que el 26% de niños con SPI cumplen criterios de TDAH, y el 12-35% de niños con TDAH sufren SPI.
 
“Es importante, por lo tanto, recalcar la importancia de que tanto pacientes como familiares reconozcan y acudan al médico ante síntomas como los que hemos descrito, así como la relevancia que tiene la atención primaria en reconocer y derivar a Neurología pacientes que presenten alteraciones del sueño, del ánimo y molestias en las extremidades. El diagnóstico precoz puede mejorar su calidad de vida y disminuir la comorbilidad asociada y su repercusión escolar y laboral”, concluyó la doctora Fernández Arcos.
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