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Los médicos, ante el reto de fortalecer la «resiliencia» clínica y mejorar las habilidades para enfrentarse a la crisis

Bajo el titulo «¿Cómo preservar la salud del médico en medio de una crisis larga y profunda? Reflexiones sobre la resiliencia clínica», el V Congreso PAIME abordó el reto de los médicos para afrontar, de forma positiva, los problemas que la crisis financiera está provocando en el modelo del SNS, en el trabajo de los propios profesionales e, incluso, en su propia salud

Burgos, 27 de mayo de 2013 (medicosypacientes.com)

Este tema se abordó en una mesa que estuvo coordinada por la doctora Mar Sánchez, responsable del PAIME en Castilla La Mancha. Actuó de moderador Juan José Aliende, presidente del COMBU; de ponente relator, el doctor José Ramón Repullo, Jefe del Departamento de Planificación y Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad y como ponentes discursores los doctores Miguel Casas Brugé, Psiquiatra del PAIME del Barcelona, Ángel Alayo, coordinador del PAIME en el País Vasco y Carmen Marroquí, coordinadora del Servicio de Riesgos Laborales del Área Sanitaria de Ciudad Real.

José R. Repullo centró su intervención en los problemas de sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud derivados de la crisis financiera que amenaza el Estado del Bienestar, la medicina moderna y que incide también, según el experto, a la «resilencia de la medicina y de los médicos».

Señaló que la intención del Gobierno de bajar el porcentaje del PIB destinado a Sanidad del 6,4 a un 5,1%  amenaza el propio modelo del SNS y que el Real Decreto 16/2012 para garantizar la sostenibilidad del sistema provocará un «encogimiento» del propio sistema en cuanto a la cobertura poblacional porque excluye a los inmigrantes y a los ciudadanos de rentas altas, y a la extensión de coberturas económicas, que plantean incertidumbres de cara al futuro.

Abordó la sostenibilidad interna del SNS y, en este sentido, destacó la necesidad de una ética, que evite el despilfarro y el mal uso de los recursos públicos; de un buen gobierno que represente el interés general y medie entre financiadores, profesionales, pacientes y ciudadanos, y una buena gestión que coordina la producción y motive a los profesionales que desarrollan la labor asistencial.

Señaló los problemas de fragmentación que tiene la medicina actual teniendo en cuenta que tanto el sistema público de salud como en el privado, «la práctica clínica está ligada a un  modelo de atención a problemas de salud segmentado y miope, que, entre otras cosas, visualiza la cronicidad como un proceso agudo recidivante y refractario al tratamiento, que aborda de forma torpe e invasiva la prevención, que se acomoda razonablemente bien a patologías agudas sistémicas, que aborrece el componente psicosomático y de salud mental y que no acaba de encontrar respuestas a la fragilidad, hasta que la situación vital ha sido ampliamente sobrepasada».

Según el Dr. Repullo, este modelo provocará un triple desajuste y varios inconvenientes que resumió en sistemas sanitarios cada vez mas ineficientes e insostenibles, una práctica clínica «tóxica» para los pacientes, un encarecimiento de la sanidad con escasos retornos de cantidad y calidad de vida y una contribución al burnout profesional, con médicos insatisfechos que no entienden su malestar y lo atribuyen a sistemas sanitarios y/o pacientes.

Ante este panorama de recortes y de racionalización sanitaria, abordó las resilencias de la medicina que se plantea adaptaciones al cambio de morbimortalidad y al cambio de la tecnología, «estratificando y focalizando esfuerzos en aquellos que más lo necesiten, construyendo organizaciones que faciliten acciones razonables y en el cambio tecnológico reemplazando lo infectivo por lo eficaz.

En el rediseño organizativo, apostó por abrir las fronteras entre especialidades y profesiones, desactivar o mitigar los principales conflictos de interés que erosionan el profesionalismo y expandir las fronteras del profesionalismo para protagonizar la gestión clínica y la integración profesional.

Finalmente, sobre la resilencia de los médicos señaló que éstos «no son especialmente inicuos, si no que, por el contrario, suelen tener un reservorio notable de ideales se servicio, deseos de hacer las cosas bien y sentimientos compasivos con los que sufren» pero dijo que tampoco «son héroes altruistas o islotes de grandeza moral en un mundo corrupto» y abogó porque es posible hacer las cosas mejor con lo mismo , siempre que no hagamos más de los mismo» y siendo conscientes de que «no podemos cambiar de forma solitaria o aislada porque formamos comunidades de práctica y hemos de gestionar colectivamente las transformaciones».

Apostó por la medicina basada en la modestia, evidencia y afectividad y dijo que «los médicos debemos construir una hermandad profesional sensata y responsable, en la que los charlatanes y engreídos no deben tener altavoz. Debemos mejorar las habilidades para enfrentar un entorno adverso, endureciendo la mano con mas ciencia y poniendo el guante de seda de la cortesía y debemos recordar que el plano afectivo no solo da calidad, sino que nos cura del burnout, desanuda conflictos profesionales y cura las organizaciones enfermas de vanidad».

El doctor Ángel Alayo, coordinador del PAIME en el País Vasco, habló de las consecuencias de la crisis y en del incremento del paro médico, que afecta actualmente en España a unos 20.000 profesionales, y dijo que, «aunque estar sin trabajo no es de por sí una enfermedad, si es un gran estresor sobre todo si se tienen cargas familiares a las que hacer frente y las oportunidades de encontrar empleo se desvanecen, lo cual puede afectar a las personas más susceptibles provocando cuadros de ansiedad y depresión». «Los médicos – añadió – no somos súper hombres y padecemos las mismas enfermedades mentales y no mentales de la población».

Se refirió al compromiso y al reto de los profesionales por la salud pública, que ha aumentado al ver en peligro la misma, por lo que «los médicos han pasado a una situación de identificación con su organización a unos niveles de los que antes carecían y están dispuestos a trabajar y sacrificarse por su mantenimiento», señalando como ejemplo la conocida marea blanca.

Para el doctor Alayo «la dureza de la situación actual puede actuar en dos sentidos contrapuestos, aumentado el riesgo psicosocial del médico por la disminución del control en su trabajo, disminución del reconocimiento de su trabajo y de sus posibilidades de ascenso, o por el contrario, aumentar la resistencia emocional, incrementando la identificación con la organización y asumiendo que las dificultades actuales son un reto», aunque apostilló que «mucho de esto depende de cómo estemos dispuestos a ver la botella, medio llena o medio vacía».

La doctora Carmen Marroquí, coordinadora del Servicio de Riesgos Laborales del Área Sanitaria de Ciudad Real, habló de la capacidad de resilencia de los profesionales médicos en situaciones de fuerte y prolongado estrés y precisó que ser resilente no significa «no sentir malestar, dolor emocional, dificultad ante las adversidades o invunerabilidad. Estas personas sufren como cualquiera y lo que las diferencia es su capacidad para tener una adecuada calidad de vida a pesar de todas las experiencias dolorosas».

Concretó que las personas mas resilentes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión» y que la resilencia «no es algo que una persona tenga o no tenga, si no que implica una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona puede aprender y desarrollar». Por ello, defendió los servicios de prevención de riesgos laborales como una necesidad para prevenir los factores psicosociales en el trabajo y enseñar a los trabajadores, a través de la formación, el modo de comportarse y pensar para ser resilentes.

Finalmente, cuestionó la escasa participación de los facultativos en estos procesos de formación, y dijo que «algunos piensan que no les gusta que los demás les vean estresados» y animó a los congresistas del PAIME a trabajar conjuntamente para mejorar la salud de los médicos y de todo el personal sanitario.

El doctor Miguel Casas Brugué, psiquiatra del PAIME en Barcelona, médico que atendió al primer enfermo del PAIME en el año 1998, diferenció los médicos con problemas, que pueden ser gravísimos, de los médicos enfermos, que son los que atiende el PAIME.

Se refirió a los factores que identifican a estos médicos enfermos y dijo que «la debilidad personal y la falta de voluntad influye, pero lo que subyace, en realidad, es un trastorno psíquico». Sobre las causas de los médicos enfermos que consumen drogas, que afecta entre el 10 y el 15%, señaló que «el consumo de estupefacientes no presupone una adicción. Desarrolla una adicción, no el que quiere, si no el que por desgracia le toca serlo, aquel que tiene una especial vulnerabilidad cerebral para una o varias adicciones» y dijo que el principal criterio de vulnerabilidad es la patología psiquiátrica que es lo que presentan la mayoría de nuestros pacientes. De las causas de la patología dual, comentó que no son factores sociales. «Claramente, los factores familiares predisponen a estas patologías, pero lo que verdaderamente las causa son factores personales».

Respecto de cómo deben de ser tratados los médicos enfermos, aseguró que deben de ser atendidos de una forma especial, con confidencialidad. «Primero hay que hacer un diagnóstico psiquiátrico y luego un tratamiento farmacológico y psicológico». Señaló la importancia de que  el médico asuma que se convierte en un paciente que tiene que recibir un tratamiento y dijo que los PAIMEs son el mejor recurso para atender la salud de los profesionales, frente a otros programas internacionales que les persiguen y castigan.

Finalmente, invitó a los congresistas al II Congreso Internacional de Patología Dual que se celebrará en octubre en Barcelona y en el que expertos internacionales abordarán los programas de atención, protección y prevención de estos trastornos.

 

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