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La Sociedad de Ginecología publica un documento para mejorar la detección y atención de las víctimas de violencia de género

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) ha publicado un documento de consenso de la especialidad para mejorar la detección y atención de las mujeres víctimas de violencia de género desde las consultas de obstetricia y ginecología

Un consenso que parte de la consideración de que las consultas de obstetricia y ginecología pueden jugar un papel destacado en la detección de la violencia doméstica, por el carácter íntimo de este tipo de consultas, en las que se abordan aspectos como la sexualidad o la planificación familiar, y la relación especial de confianza que suele establecerse entre la mujer y el profesional que la atiende.

 
El documento publicado por la SEGO enumera los factores de riesgo de la violencia de género, sociales, comunitarios, relacionales e individuales, subrayando que en los colectivos más vulnerables un porcentaje importante de los malos tratos por parte de la pareja se inician con el embarazo, incluida la violencia física y sexual. Por eso, las consultas de embarazo y puerperio, como también las de planificación familiar y las revisiones periódicas, representan oportunidades para la detección de la violencia de género.
 
Entre los signos y síntomas de sospecha que deben alertar al especialista, uno de ellos es precisamente la ausencia de control de la fecundidad, debido a la negativa o al sabotaje del maltratador, que suele ir asociada a un aumento de embarazos no deseados e interrupciones de embarazo de repetición.
 
Asimismo, el rechazo al uso del preservativo aumenta las probabilidades de infección de transmisión sexual, a veces incluso de forma intencionada. Las alteraciones sexuales y las complicaciones del embarazo, a veces, también pueden esconder un caso de violencia doméstica.
 
El documento, que aboga por el cribado universal de la violencia de género en todas las consultas de obstetricia y ginecología, contiene recomendaciones prácticas a los especialistas sobre lo que debe hacerse y lo que no en la consulta para que la mujer en situación de maltrato sea capaz de confiarlo al profesional.
 
Así, por ejemplo, aconseja estar pendiente de la actitud de la mujer y de la pareja. Mostrarse temerosa, evasiva o nerviosa, alterándose con facilidad (por ejemplo, al abrirse la puerta), o buscar constantemente la aprobación del marido, puede resultar un indicio. En relación con la actitud de él, también puede serlo el hecho de que se muestre muy controlador, que dificulte la posibilidad de hablar a solas con la mujer o que se muestre por el contrario despreocupado y despectivo.
 
Pero para la detección de un caso de violencia doméstica, recomienda el consenso de la SEGO a sus especialistas, lo fundamental es preguntar y hacerlo sin miedo, porque “contrariamente a la creencia popular, la mayoría de las mujeres están dispuestas a revelar el maltrato cuando se les pregunta en forma directa y no valorativa, y muchas están esperando silenciosamente que alguien les pregunte”.
 
Una vez detectado un posible caso de violencia de género, es fundamental asegurar un tiempo y espacio que garantice la confidencialidad, evitando las interrupciones, así como garantizar que en ningún momento la pareja sepa que la mujer ha revelado su situación.
 
La SEGO recuerda a todos sus profesionales que el personal sanitario tiene la obligación legal de comunicar el maltrato a las autoridades judiciales mediante el parte de lesiones e informe médico, el cual es fundamental para poner en marcha las medidas legales dirigidas a la protección de la mujer y es además, a veces, el único instrumento con el que cuentan los juzgados, la única prueba de un posible delito.
 
El documento también recoge que una de las situaciones de mayor dificultad ocurre cuando las mujeres manifiestan el deseo de no denunciar, pues esa situación coloca a los profesionales ante la disyuntiva de cumplir con el deber de comunicar un delito a expensas de quebrar el respeto a la autonomía de las mujeres, así como su derecho a la confidencialidad.
 
No obstante, a este respecto, subraya que la salvaguarda de la confidencialidad no es una obligación absoluta, por lo que “debe revelarse el secreto médico ante la sospecha de un delito, poniéndolo inmediatamente en conocimiento de la justicia”.
 
Finalmente, recomienda la comunicación a la Fiscalía como “un recurso útil en aquellos casos en los que el personal sanitario tenga sospechas de un caso de violencia de género, pero no certeza suficiente como para emitir un parte de lesiones”.
 
En su conclusión, el consenso de SEGO apuesta por la sensibilización y la formación continuada de los especialistas en Obstetricia y Ginecología para mejorar la detección y atención a la violencia de género en el ámbito de la atención a la salud sexual y reproductiva, formación que debe abarcar tanto una capacitación en los aspectos legales y comunicativos como una comprensión integral del ciclo de la violencia de género y un entrenamiento en la capacidad para detectar sus signos y síntomas.
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