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La atención a los niños empeorará si las jubilaciones de pediatras se cubren con especialistas de adultos

 

La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha denunciado en su Congreso Extraordinario que el déficit de especialistas pediátricos provocado por un descenso de plazas en las convocatorias para Pediatría y por una cobertura de las jubilaciones de pediatras por otros especialistas de adultos repercutirá tarde o temprano en una peor atención a los niños

Madrid, 6 de junio de 2014 (medicosypacientes.com)

Aunque varíe según la región, España está sufriendo un déficit de especialistas pediátricos provocado por un descenso de plazas en las convocatorias para Pediatría y por una cobertura de las jubilaciones de pediatras por otros especialistas de adultos. Esta preocupante situación ha sido uno de los temas centrales que se han tratado en el Congreso Extraordinario de la Asociación Española de Pediatría (AEP) que reúne estos días en Madrid a las sociedades de Pediatría de Latinoamérica integradas en la Asociación Latinoamericana de Pediatría (ALAPE), a las sociedades de la especialidad pediátrica de Estados Unidos, Italia y Portugal y a los pediatras españoles.

Este déficit, y la solución de cubrir las plazas de pediatras por especialistas de adultos, «repercutirá tarde o temprano en una peor atención a los niños», señala el doctor Antonio Nieto, vicepresidente de la AEP. «El médico que atiende al niño necesita tener un conocimiento de las necesidades en esta etapa de la vida, mientras que un especialista de adultos conoce la enfermedad, pero no las especificidades del niño. Por eso, una buena asistencia al niño la debe prestar el pediatra».

La solución, según el doctor Nieto, pasa por que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad acuerde con la AEP las necesidades actuales y futuras de plazas por provincias, y, en consecuencia, provea del número de plazas necesarias, y por que el mismo organismo reconozca las especialidades pediátricas. El vicepresidente de la AEP cree que este último aspecto es el que está más cerca de conseguirse, puesto que depende de la aprobación del decreto ley sobre troncalidad, que se prevé lograr en el último tercio del año y que establece el tronco común de la Pediatría y de sus áreas de capacitación específica (ACE).

La regularización de las especialidades «permitirá su sistematización. Ya hay unidades preparadas para prestar docencia y con un programa formativo elaborado, como se reconoce en el Libro Blanco de las Especialidades Pediátricas». El ejemplo más patente de la situación de las especialidades pediátricas es la Neonatología: «Ahora mismo cualquier médico tendría la capacidad legal para intervenir en esta especialidad; eso hay que regularlo de alguna forma, porque ¿hay alguna especialidad que sea más pediátrica que la Neonatología?», concluye el doctor Nieto.

El déficit de especialistas ya se empieza a notar en algunos aspectos: «Pediatría es una especialidad con una tasa de frecuentación muy alta y con cada vez menos tiempo disponible en consulta, lo que está provocando que sea más difícil diagnosticar o valorar la clínica, pero también está disminuyendo el tiempo que tenemos para educar al niño y a su familia, un aspecto fundamental en la consulta pediátrica. Sin el tiempo suficiente, es difícil llevar a cabo una asistencia de excelencia», afirma el doctor Santiago Nevot, del Hospital Sant Joan de Deu de Manresa.

Los residentes piden más formación en las áreas específicas

El aumento de recursos debería enfocarse principalmente a una mejora de la formación, que es lo que los residentes de la especialidad piden, como lo demuestra el estudio FORMIR, una encuesta en la que han participado casi 200 residentes de todas las comunidades autónomas y que se ha presentado en el Congreso Extraordinario de la AEP. Según los resultados del estudio, el 83% de los residentes ampliaría su formación en un ACE después de la residencia. De entre las áreas escogidas, la opción citada por un mayor número de encuestados es Pediatría de Atención Primaria (17,5%, si bien sólo el 7,5% de la muestra la escoge como opción única), seguida de Neonatología (16%, escogida como opción única por el 10,6%).

«Dada la coyuntura actual, en la que la salida profesional posterior no es tan sencilla como hace algunos años,  se hace cada vez más necesario no sólo salir formado como un buen pediatra general, sino además intentar profundizar en alguna ACE concreta», argumenta el doctor Antonio Hedrera, coordinador del Grupo MIR de la AEP.

Según el mismo estudio, el 94,2% de los residentes se muestra favorable a ampliar a 5 años la formación sanitaria especializada en Pediatría. Además, un 87,3% de la muestra valora como satisfactoria o muy satisfactoria la estructuración de este período de 5 años en 3 iniciales de Pediatría general y 2 de ACE. Según el doctor Hedrera, a este modelo 3 2 debería añadírsele la elaboración de un programa formativo por competencias, que «facilitaría la difícil tarea de la evaluación del residente, no tanto como un mero proceso formal, como ocurre actualmente, sino como un indicador fiable de qué competencias se han alcanzado y cuáles deben mejorarse».

Por último, el estudio FORMIR también ha mostrado el escenario de la situación de la investigación: el 50,3% de los residentes encuestados no participa en ningún proyecto de investigación y el 64% opina que la información que recibe sobre actividades de investigación es insuficiente o muy insuficiente.

Investigación pediátrica deficitaria

Al igual que los residentes encuestados en el estudio FORMIR, el doctor Luis Madero, presidente de la Fundación Española de Pediatría, cree que, «aunque la situación empieza a cambiar, la investigación pediátrica es aún muy deficitaria». Y lo atribuye a dos causas. La primera es que el medio general no favorece el desarrollo de la investigación: «En Medicina hay especialidades que investigan más. Por eso es necesario concienciar de que investigar en Pediatría no está sólo al alcance de unas élites sino que es una necesidad si se quiere desarrollar una asistencia de excelencia».

La segunda causa radica en el menor desarrollo de fármacos para niños por la dificultad de introducirles en ensayos clínicos: «Debido a la protección de la infancia, se han evitado los ensayos con niños, pero esa protección se ha vuelto en su contra, ya que al final se acaban adaptando a la infancia los fármacos probados con adultos, y no es lo mismo». Sin embargo, la reglamentación estadounidense y europea ya está obligando a que en los ensayos clínicos se incluya una subpoblación pediátrica.

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