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La actitud de los médicos ante su propia salud les convierte en «pacientes atípicos»

El médico es un paciente atípico, e, incluso, en muchas ocasiones hasta difícil, como quedó patente  en el transcurso de la ponencia satélite «El médico como paciente», celebrada en el marco de la IV Convención de la Profesión Médica. La finalidad de la misma, como se puso de manifiesto, es la de que los médicos logren  implementar algún sistema para que en los casos en los que éstos adquieren la condición de enfermo se puedan hacer uso de los servicios sanitarios en las mismas condiciones  que el resto de los ciudadanos

 

Madrid, 3 de diciembre 2014 (medicosypacientes.com/S.P.)

El médico es un paciente atípico, e, incluso, en muchas ocasiones hasta difícil, como quedó patente  en el transcurso de la ponencia satélite «El médico como paciente», celebrada en el marco de la IV Convención de la Profesión Médica.

El objetivo de esta Ponencia, según expuso el moderador, Dr. José Antonio Herranz, presidente del Colegio de Médicos de Castellón, «ha sido conseguir algún cambio o implementar algún sistema para que en los casos en los que el médico adquiere una condición de enfermo se puedan hacer uso de los servicios sanitarios en las mismas condiciones  que el resto de los ciudadanos».

Los intervinientes en dicha ponencia identificaron algunos de los factores que más influyen en este tipo de actitudes que les convierte en «pacientes especiales»  tales como conocimiento experto de las enfermedades, de los medios de diagnóstico y de la terapéutica al uso, así como del ambiente y funcionamiento de los centros sanitarios; capacidad de apreciar (o al menos creerlo) los límites de sus conocimientos; facilidad para automedicarse; y miedo a la enfermedad grave y a la muerte.

Estas y otras cuestiones relacionadas con este tema fueron debatidas en esta ponencia, bajo la coordinación de la Dra. Inmaculada Martínez, presidenta del Colegio de Médicos de La Rioja, en la que participaron los Dres. José Antonio Herranz, presidente del Colegio de Médicos de Castellón, como moderador; Rogelio Altisent, director de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza  y autor del abstract;  Marcos Gómez Sancho presidente de la Comisión Central de Deontología y Ángel Oso, vocal nacional de médicos jubilados, como ponentes; además de Manuel Boquete, presidente del Colegio de Médicos de Lugo, y Alberto Levy, vicepresidente del Colegio de Médicos de Ceuta, que plantearon una serie de preguntas a la mesa de ponentes.

Y es que invertir su papel por el de paciente genera al profesional una situación poco habitual, en la que se aprecian una serie componentes diferenciales con respecto al resto de ciudadanos. Se parte del hecho de que, la mayoría de las veces, el propio médico más preparado para diagnosticar, estudiar procesos, tratar o paliar, no se encuentra realmente preparado para abordar este estado en su propia persona. Este planteamiento defendido por el Dr. Rogelio Altisent en su abstract sirvió de punto de partida para esta Ponencia sobre «El médico como paciente».

El Dr. Altisent, expuso, en su texto, algunos de los rasgos genéricos respecto a  la actitud de los médicos ante su propia salud, entre los que cabe destacar: «una falta de adecuada apreciación de los límites de los propios conocimientos; facilidad para la automedicación; miedo disimulado a las situaciones que pueden suponer un riesgo de muerte; tendencia a la negación; confiados en el conocimiento experto de la enfermedad que diagnostican; conocedores del ambiente y funcionamiento de los centros sanitarios, entre otros».

A ello hay que añadir otro hecho como es que los circuitos asistenciales que se suelen utilizar en estos casos son atípicos y al margen de los procedimientos establecidos normalmente para los pacientes, tales como consultas informales con los compañeros; bajo cumplimiento de las indicaciones terapéuticas; además de evitar las salas de espera por miedo a perder el prestigio profesional.

Las consecuencias de esta manera de proceder tienen un impacto directo en la vida profesional del médico, según este experto. «Se producen bajas laborales de larga duración, incapacidades permanentes e inhabilitaciones profesionales, pero también puede haber consecuencias en la pérdida de competitividad profesional que lleve a cometer más errores y, por tanto, mayor riesgo de denuncias por mala praxis».

El autor del abstract hizo una mención especial al Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME), de los Colegios de Médicos, «cuyos resultados son ejemplares», según apuntó.

Asimismo, abogó por una mayor profundización en la teoría y la práctica deontológica, enfocada a los profesionales de la Medicina que padecen una enfermedad común, aguda o crónica, así como en la enfermedad grave y progresiva que requiere cuidados paliativos.

El abstract del Dr. Altisent concluye  celebrando que existan proyectos de investigación prometedores que pueden aportar importantes conocimientos ante esta problemática.

El presidente de la Comisión Central de Deontología, el Dr. Marcos Gómez Sancho, como ponente, ofreció el lado amable de esta situación al afirmar que «cuando el médico se pone enfermo, el sanador herido, aprende muchas cosas bueno para el médico, bueno para los enfermos». El Dr. Gómez Sancho puso como ejemplo ilustrativo su propia experiencia como enfermo y cómo esta situación acabó dando un vuelco satisfactorio en su trayectoria profesional hasta conducirle hacia un nuevo modelo asistencial, poco conocido en aquella época como fueron los «cuidados paliativos», convirtiéndose en uno de los pioneros en este tipo de asistencia.

Así, abogó por conceder la importancia que se merece cultivar «las virtudes humanas» que ayudan, a su juicio, a conseguir un nivel de excelencia en nuestra profesión. «Los médicos vivimos con la esclavitud, la tiranía y la dictadura del factor impacto, olvidándonos muchas veces de cultivar las virtudes humanas».

«El que se vuelca en la investigación, en la publicación de artículos científicos ?como dijo- siempre será un buen médico pero incompleto si no es capaz de cultivar estas virtudes cruciales, cuyo aprendizaje se fomenta cuando el propio médico se convierte en enfermo. A lo que hay que sumar otros valores como la empatía, el respeto, y el carácter profesional y humano».

También se consideró atípica la respuesta de los médicos cuando son consultado por otros médicos, con actitudes del tipo de: No citar al compañero consultante en su despacho, cuando son abordados en el pasillo o por teléfono; No abrir una historia clínica del caso; No derivar el caso a otro médico cuando ambos son amigos o parientes cercanos; No apercibir al paciente cuando éste no sigue las indicaciones terapéuticas.

Otro de los aspectos sobre los que más se incidió en esta ponencia es el de la diferencia existente entre el médico «en activo» y el médico jubilado a la hora de enfrentarse a un problema personal de salud, como planteó el representante nacional de médicos jubilados, el Dr. Ángel Oso. Existe, como apuntó, entre los médicos jubilados, «la experiencia de que, transcurrido poco tiempo de su cese en la actividad profesional, no es tenida en cuenta su condición de médico, en el trato recibido al requerir los servicios sanitarios, tanto públicos como privados, de compañeros más jóvenes». Situación de desprotección que también se ha observado cuando el propio médico «en activo» se encuentra fuera de su ambiente de trabajo, de su hospital, de su centro de salud o de su ciudad.

Para intentar paliar esta situación, la Comisión Permanente y la Asamblea de Médicos Jubilados del CGCOM, han aprobado recientemente un documento denominado «Proyecto Nacional de Apoyo a la Atención Sanitaria de los Médicos Jubilados», con el objetivo de implementar, en cada uno de los Colegios provinciales, unos servicios que faciliten el acceso de los médicos jubilados a los servicios sanitarios en las mismas condiciones que lo hacen sus compañeros en activo. Se trata de un ambicioso programa cuyo desarrollo está ya iniciado en Comunidades como Cataluña, Navarra, Aragón, Comunidad Valenciana y que se pretende extender a todos los Colegios, hasta culminar en una  Red Nacional de Apoyo a la Asistencia Sanitaria de los Médicos Jubilados, tarea encomendada a la sección nacional de médicos jubilados de la OMC.

Al respecto, el Dr. Manuel Boquete París, presidente del Colegio de Médicos de Lugo, quiso averiguar dónde podría plantearse el mayor problema para la puesta en marcha de una organización de apoyo, de seguimiento de la estancia en un hospital del médico que ya perdió contacto con los compañeros. ¿Acaso existe desinterés por parte de otros estamentos sanitarios, por parte de los médicos jóvenes, también? ¿podrían derivarse las dificultades, sobre todo, por parte de la Administración, al pensar que, en un momento dado, no pudiera interesarle una organización de este tipo para evitar ser acusada de trato de favor.

El Dr. Oso  comentó, al hilo de esta cuestión, las experiencias que se están llevando a cabo en este sentido, como la existente en Barcelona, donde se han creado diversas Asociaciones de Médicos Jubilados, dentro de grandes hospitales, que sirven de intermediarias a la hora de atender a este tipo de profesionales médicos.

Otra experiencia comentada por el Dr. Oso fue la de Navarra, donde el propio Colegio de Médicos ha organizado un Grupo de Trabajo de Apoyo a través del cual se facilita el acceso al médico jubilado a los servicios sanitarios tanto públicos como privados de esa comunidad. En otros casos sería el del vocal provincial de médicos jubilados que se ocupa de estos casos, sobre todo en ciudades más pequeñas

De cualquier forma, a su juicio, el problema básico es «la falta de solidaridad de los médicos en activo con los jubilados». La Administración, por su parte, nos achaca que «pedimos privilegios que no son posibles». La esperanza de este colectivo radica, ahora, en  que a nivel local, o de centros sanitarios, los responsables si están dispuestos a apoyar iniciativas como las que hemos presentado.

La intervención del Dr. Alberto Levy Naón, vicepresidente del Colegio de Médicos de Ceuta se centró en hasta qué punto al médico, cuando enferma ¿no preferiría ser profano en la materia, es decir, si no conocer más a fondo la enfermedad que pudiera padecer  le permitiría vivir de una manera mejor?

En este sentido, el Dr. Gómez Sancho consideró crucial saber lo que está pasando sobre la enfermedad que se sufre para así poder ser mejor enfermo y seguir los tratamientos indicados. «Al menos ?como dijo-  esa es mi experiencia personal».

También se incidió en la importancia de cultivar la empatía ante el médico como paciente, como señaló el Dr. Rogelio Altisen, ya que sin la misma «no se puede ser buen profesional», sin embargo, esto debe explicarse y trabajarse. En este sentido, recordó que en, en los últimos cinco años, se ha producido un avance importante, ya que en  algunas Facultades de Medicina ya se está enseñando a cultivar la empatía como una de las dimensiones del buen profesional.

En otro momento de su intervención, aludió al concepto de «distancia terapéutica» entre el médico y el paciente, «que impide a un médico intentar diagnosticarse a sí mismo, algo que hay que descartar  al faltarle una serie de ingredientes tan importantes como la objetividad», según explicó. En este sentido, se recomendó evitar que el profesional se convierta en el «medico de su familia», precisamente ante la falta de dicha «distancia terapéutica».

Desde el punto de vista del Dr. Altisent, muchos de los problemas que derivan en que un médico jubilado se sienta maltratado cuando acude a un servicio sanitario, como por ejemplo urgencias, se sustentan en la educación y formación de los jóvenes médicos, y en definitiva de Código de Deontología, por tanto, planteó incluir este tipo de situaciones en nuestras normas deontológicas. «El futuro médico ?dijo- ha de tener claro que ser un buen profesional conlleva incorporar este tipo de valores relacionados con el respeto al colega».

Otro problema que se abordó en esta sesión fue la de la carencia de una historia clínica completa de estos médicos como pacientes, sobre lo que la presidenta del Colegio de Médicos de La Rioja, propuso que se facilite su portabilidad, «se vaya donde se vaya, de la manera más idónea, a través de la tarjeta sanitaria, lo que facilitaría las cosas tanto al paciente como para el propio servicio de salud». «Con ello  -indicó- se evitarían muchos problemas con los que nos topamos hoy en día, fundamentalmente, a la hora de compartir historia clínica».

En definitiva, una de las principales conclusiones de la ponencia fue que «la ética profesional ha de prevalecer en este tipo de situaciones no sólo a la hora de atender a los compañeros sino a todos los ciudadanos».

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