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Francisco Pérez: “La profesión médica no puede ser testigo pasivo de un cambio tan importante como la transición alimentaria”

“Es importante que los profesionales de la salud nos sensibilicemos y seamos capaces de sensibilizar a la población para transmitir la influencia que la alimentación tiene en la educación para la salud

La profesión médica no puede ser testigo pasivo de un cambio tan importante como la transición alimentaria”, afirma el Prof. Francisco Pérez Jiménez, catedrático y jefe de servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. Quien actualmente lidera uno de los grupos fundamentales dentro de la nutrición en nuestro país y en Europa como es el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC), ha intervenido en el ciclo de Conferencias de Impacto que viene programando el Colegio de Médicos de Cádiz (COMCADIZ) para sumar a los profesionales sanitarios y comprometerlos en el enorme y complejo reto que plantea la necesidad de afrontar una perentoria transición alimentaria frente al cambio climático.

“Tenemos una tarea muy importante pues esa transición no se realizará si los profesionales sanitarios no nos implicamos”, subrayó el Prof. Pérez Jiménez, quien se refirió a las causas del cambio climático, que “son conocidas y entre las que destaca la combustión de energías fósiles”. “El cambio climático -señaló- implica una serie de consecuencias y cada una de ellas tiene repercusión sobre nuestra salud. No hay prácticamente órgano humano que no enferme a consecuencia del cambio climático”, incidió.

De las enfermedades crónicas no declarables y detrás del tabaco, la contaminación ambiental es el segundo factor de enfermedad cardiovascular. Nueve millones de muertes al año se asocian a la polución. Una cuarta parte de los ictus y enfermedades isquémicas del corazón, un 28% de cánceres pulmonares y el 43% de EPOC son atribuibles también a la contaminación. El Prof. Pérez Jiménez apuntó tres ‘transiciones’ para amortiguar el calentamiento global: la transición verde, la energética y la del sistema alimentario. En referencia a esta última, aludió al concepto de seguridad alimentaria, que “va más allá de que dispongamos de alimentos no nocivos sino que garanticen una composición adecuada para una alimentación completa”, aclaró.

El sector alimentario es responsable del 30% de la producción de gases de efecto invernadero y de un 10% de los desperdicios cuya degradación tiene un enorme impacto también sobre el agua. La emisión de estos gases no solo va asociada a la producción de alimentos sino que cada vez intervienen más las otras fases como el procesado, la distribución, el consumo de energía en los hogares y los residuos que se generan. Los alimentos que más liberan esos gases son los de producción animal, sobre todo vacuno y ovino. Y, como explicó el Prof. Francisco Pérez, el deterioro climático influye también negativamente en el rendimiento de la tierra y en la calidad y el efecto saludable de los alimentos. “Esa alimentación inadecuada nos hace más vulnerables al cambio climático”, afirmó. 

“La producción intensiva y la sobreoferta de alimentos hacen que las poblaciones estén consumiendo muchas más calorías de las que necesitan y la conjunción de cambio climático y de las pandemias de desnutrición y obesidad nos llevan a una sindemia global, que vinculada a la sobreproducción de alimentos y al cambio del sistema alimentario genera inseguridad alimentaria, que es la principal amenaza actual para la salud humana”, alertó.

A la cuestión de qué podemos hacer, volvió a referirse a la transición alimentaria: “Si queremos colaborar en la lucha contra el calentamiento global debe hacerse pensando que la alimentación tiene que proporcionar salud para la persona y para el planeta. De esta forma debemos pensar los profesionales para indicar una dieta adecuada. En nuestras recomendaciones tenemos que intentar luchar contra los comportamientos que afectan a la cadena alimentaria”, respondió.

El Prof. Pérez Jiménez hizo mención a la dieta planetaria sostenible de Willet para significar que “si no abordamos el cambio de la dieta, la obesidad solo servirá para llenar las consultas, los resultados de la industria y la investigación médica no llegarán a toda la población y no conseguiremos reducirla, por muchos planes que se creen”, estimó.

Ante la dificultad que plantea implantar este modelo de cambio alimentario, se mostró partidario de que ese cambio sea disruptivo: “Hará falta reimaginar e innovar en la cocina y en los alimentos para que esta dieta sea asumible por la población”, consideró. A la pregunta sobre si la dieta mediterránea, que es sana para las personas, es sana para el planeta, el Prof. Francisco Pérez ejemplificó en las verduras y el pescado el largo camino que aún queda para alcanzar el equilibrio. Así, el espárrago, a pesar de ser un vegetal, ocupa el sexto lugar entre los alimentos que más contribuyen al calentamiento global y lo es por la fase de transporte, de ahí que recordara la importancia de acudir a una alimentación de proximidad. Igualmente, parte del pescado que consumimos se sitúa por encima de otros alimentos en la generación de gases de efecto invernadero. Por esta razón, “el pescado, que es saludable, no puede asumirse como dieta planetaria si se hace de forma indiscriminada”, señaló.

La industria está tratando de reinventar la alimentación, de forma que nos alimentemos sin necesidad de consumir las fuentes. Entre otras líneas de investigación, el Prof. Pérez Jiménez se refirió a la agricultura celular como alternativa y a la necesidad de buscar otros alimentos proteicos diferentes a los tradicionales animales.

“Este cambio depende del compromiso global de todos los sectores y los profesionales tenemos la responsabilidad de implicarnos en la educación de la población y de colaborar en la investigación clínica para buscar mejores alternativas. Hay que modificar nuestro estilo alimentario”, concluyó.

El Prof. fue presentado por el Dr. Alfredo Michán, del departamento de Medicina del INiBICA y Vocal de Médicos Tutores y Docentes del COMCADIZ, a quien dio paso definiéndolo como “una de esas personas que modifican cómo vemos la realidad” y al que agradeció su “forma especial de magisterio”.

 

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