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Expertos instan a concienciar a los profesionales sanitarios de que la violencia de género es un grave problema de salud pública

 

Una de las mesas redondas incluidas en el programa científico del VIII Encuentro FIEM, que comienza mañana en Santiago de Compostela, aborda un fenómeno en auge como es la violencia de género. Expertos participantes en dicha mesa abogan por dotar a los profesionales sanitarios de los mecanismos deontológicos necesarios y a concienciarles del grave problema de salud pública que representa

 

Madrid, 2 de junio 2015 (medicosypacientes.com)

Una de las mesas redondas incluidas en el programa científico del VIII Encuentro del Foro Iberoamericano de Entidades Médicas (FIEM), que comienza mañana en Santiago de Compostela, aborda un fenómeno en auge como es la violencia de género. Expertos participantes en dicho espacio, bajo el título «Violencia de género comodeterminante de la salud de la mujer» abogan por dotar a los profesionales sanitarios de los mecanismos deontológicos necesarios y a concienciarles del grave problema de salud pública que representa.

Dr. Rubén H. Tucci, presidente del Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

«Un medico no puede permitir este tipo de conductas y es su obligación establecer estrategias en caso de atender a pacientes victimas»

La situación en América Latina es variopinta en esta cuestión. En el caso concreto de Argentina, y según explica el presidente del Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires, se ha avanzado con leyes que destacan la importancia de erradicar la violencia y de que la misma sea tomada como una problemática del ámbito de la salud. En su país hay una ley especifica (26485) sobre violencia contra las mujeres que incluye la violencia domestica, institucional, mediática, en salud, etc. Es de aplicación en todo el país e incluye la creación de organismos de vigilancia y control. Otro ejemplo es el caso de la Ley Maria da Penha de Brasil. Sin embargo, en su opinión aún deben trabajarse «prejuicios sociales y culturales que afectan a la región».

Y es que, como remarca el Dr. Tucci, la violencia de género, en todas sus formas, incide directamente en la salud de la mujer no solo desde el punto de vista físico sino psicológico y social. «Antiguamente se entendía que era una cuestión social o legal pero considerar a la violencia como un tema de salud involucra directamente a los profesionales en su actuación diaria», según sus palabras.

Este responsable médico considera que los aspectos psicológicos y sociales son, por tanto, los más problemáticos en el abordaje de esta problemátca desde el punto de vista de la salud, «ya que -añadió- el profesional no está acostumbrado a trabajar con ciertos determinantes». Como indicó, «si bien es un tema de salud, involucra el derecho a la protección como forma de introducir la problemática de derechos humanos en el ámbito del derecho de la salud».

Asimismo, opina que «si entendemos que el derecho a la protección de las personas vulnerables es parte del derecho a la salud, entonces tanto el maltrato hacia las mujeres como hacia niños, ancianos y pacientes discapacitados es parte de la atención a la cual tiene derecho cualquier paciente y como tal debe ser una obligación del sector público».

Desde su punto de vista, el sector sanitario debería involucrarse no solo desde una postura general sino en el trabajo diario del profesional, capacitándose, trabajando sobre indicadores, conociendo protocolos específicos de actuación, ya que cualquier especialidad puede tener pacientes víctimas de violencia. Además, considera que el sanitario es el sector más adecuado para integrar equipos interdisciplinarios y en definitiva es el sector que garantiza estatalmente el derecho a la salud como parte de las garantías legales y constitucionales de los ciudadanos.

En relación al papel que juegan las organizaciones médicas reconoce que en Argentina no existe nada en ese sentido.  A partir de ahí, el Dr. Tucci propone la posibilidad de  incorporar la problemática de género en los códigos de ética profesionales entendiendo que un medico en su labor no puede permitir este tipo de conductas y es su obligación establecer estrategias en caso de atender a pacientes victimas.

Finalmente, aboga por qué este tema se desarrolle más en profundidad por las organizaciones que componen el FIEM, sobre todo en aspectos tales el formativo, ahondando sobre el nivel de conocimiento de los profesionales de la salud para hacer frente a los casos de violencia de género. Así como el papel que juega la ética profesional en relación a dichos casos, en aspectos clave como el secreto profesional, el deber de asistencia, etc.

Dra. Eva Alarcón Chang, vicepresidenta del Colegio de Médicos y Cirujanos de Guatemala

«Han de lograrse acuerdos de todos los países involucrados en relación a políticas a adoptar por los profesionales de la salud que persigan la prevención y erradicación de la violencia de género»

La Dra. Alarcón coincide con el presidente del Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires en que en Latinoamérica se ha avanzado en esta problemática con un fortalecimiento de las leyes en las dos últimas décadas. En concreto, en su país, Guatemala, existe la Ley de violencia de género de la Secretaría contra la violencia y trata de personas en cuya elaboración participó el Ministerio de Salud.

Sobre los efectos de la violencia en la salud de la mujer explica algunas de sus consecuencias: afecta al sistema inmunitario, baja la autoestima,  aumenta el riesgo de embarazos no deseados y enfermedades infecto contagiosas incluyendo el VIH e infecciones papiloma virus.  Así como también ocasiona lesiones físicas permanentes que la pueden llevar a la muerte.

En la región latinoamericana, continúa explicando la Dra. Alarcón, «se están implementando una serie de acciones que están dando la capacitación a las  niñas y mujeres para que rompan con éste flagelo».  Se han creado desde fiscalías especiales para la mujer hasta programas de concientización para empoderar a las mujeres y enseñarle de la equidad de género.  «Ahora, -añade- se cuenta con programas que pueden de manera temprana detectar casos iniciales de violencia para tomar las medidas pertinentes en donde se enseñe a los hombres y niños a la No violencia y se empodera a las niñas en la equidad de los géneros».

Al respecto, asegura que en Guatemala las políticas adoptadas aún son incipientes. Por ello, «ve necesario unir esfuerzos y empoderarse de sus derechos en una cultura machista que prevalece en el país».

Desafortunadamente -añade- «hay muchas mujeres que aún están fuera del alcance de éstos programas, las del interior del país, las que viven en extrema pobreza y que ni siquiera tienen acceso a adecuados servicios de educación y salud, mucho menos a programas específicos que le enseñen a romper con el circulo de la violencia».

De ahí que considere importante que el sector sanitario lidere programas de prevención con enfoque intercultural y plurilingüe «que impacten en el empoderamiento de la mujer en cuanto al conocimiento de sus derechos».

Analizada la situación, considera que en este VIII FIEM se precisa unificar criterios para crear una estrategia de aplicación en todos los países de la región, reconociendo que la violencia a la mujer es un generador del deterioro de la salud en todos los ámbitos de la mujer.  Además, prosigue, «desde ésta plataforma han de lograrse acuerdos de todos los países involucrados en relación a políticas a adoptar por los profesionales de la salud de la región que persigan la prevención y erradicación de la Violencia de género.

Dr. Leonel Arguello Yrigoyen, presidente de la Sociedad Nicaragüense de Medicina General

«Los sistemas de salud deben organizarse para identificar mejor este problema, tratarlo, denunciarlo a las autoridades correspondientes»

El Dr. Arguello coincide con el resto de expertos en la necesidad de considerar esta lacra como un problema de Salud Pública, como indica, al respecto, «nadie dudó cuando surgió la epidemia producida por el virus del Ébola y se invirtieron muchos recursos, salieron de donde supuestamente no habían fondos, inclusive hasta se prepararon los países técnicamente por si les ingresaban casos y algunos fueron más allá y educaron a la población, bueno eso es lo que hay que hacer con la violencia de género, es una Pandemia, nos está pasando encima, diario a cada hora, pero no lo vemos y mata más que el Ébola».

El presidente de la Sociedad Nicaragüense de Medicina General opina que los sistemas de salud deben organizarse para identificar mejor este problema, tratarlo, denunciarlo a las autoridades correspondientes. Analizar su influencia en la salud de la mujer y buscar abordajes que limiten o eliminen el daño que está causando. La eliminación del aborto terapéutico en Nicaragua es un ejemplo muy claro de un Estado que no protege la salud de la mujer.

Mientras considera que algunas políticas pudieran ser adecuadas, sin embargo su aplicación no lo es. «Creo que todavía hay mucho discurso y no hay suficiente acción en la práctica. Una política que no tenga expresión presupuestaria, que no se le monitoree ni exija su cumplimiento, especialmente al poder público, es papel mojado».

Por otra parte, considera que los médicos/as «no estamos ajenos a lo que pasa en la sociedad, no vivimos en un entorno diferente, así que no podemos ser muy diferentes a los demás, hasta que entramos en conciencia y damos el paso para ser actores contra la violencia. No es raro ver un médico/a en urgencias que no escribe claramente el diagnóstico de una fractura o de un trauma por violencia, siendo cómplice de la misma al no notificarlo.  Creo que a las Sociedades Médicas nos falta mucho por hacer, iniciando por la formación del médico en las aulas de clase universitarias, hasta los ya formados. La violencia es una enfermedad, es una pandemia y debemos estudiarla como lo hacemos con otras patologías. Tenemos que aprender a entenderla, a diagnosticarla,  tratarla y sobre todo a denunciarla. En Nicaragua, hasta el momento, ninguna Sociedad Médica se ha pronunciado».

Desde su punto de vista, el abordaje de esta temática en el encuentro FIEM de Santiago de Compostela va a contribuir en dos sentidos, «en primer lugar, a ir creando o fortaleciendo la conciencia sobre la violencia de género en los colegas;  y en segundo lugar, asumir de forma seria el compromiso de que los Colegios y las Sociedades Médicas adoptemos una posición más pro-activa. Es un tema que nos compete y nos compromete, no podemos dejarlo de lado

 

 


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