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El V Congreso de Deontología Médica analizará los conflictos de intereses del sector

El Dr. Abel Jaime Novoa, médico de Familia y presidente de la plataforma ‘No Gracias’ desde noviembre de 2013, será uno de los ponentes en el próximo Congreso Nacional de Deontología Médica que se celebrará en Segovia entre el 24 y el 26 de mayo. El Dr. Novoa, muy crítico con la relación establecida en España entre la Medicina y la industria, presentará el viernes 25 a las 12:00 horas la ponencia 'Conflictos de intereses'. La plataforma que preside se dedica a buscar la transparencia, la integridad y la equidad en las políticas de salud, la asistencia sanitaria y la investigación biomédica

Usted será uno de los ponentes en el V Congreso de Deontología Médica de Segovia, ¿por qué cree que se le ha propuesto hablar sobre los conflictos de intereses?

Es un tema que me propuso el Comité Organizador; supongo que porque soy el presidente de No Gracias, que es una asociación que lleva diez años denunciando precisamente el daño que los conflictos de interés hacen a la Medicina.

¿De qué manera se presenta más a menudo ese conflicto de intereses en el despacho de un médico?

Se presenta de muchas maneras en el despacho de un médico prescriptor. La manera más obvia es la visita de un representante que va a las consultas para informar de los medicamentos, al tiempo que ofrece cursos, material docente, le invita a congresos… A veces le invita a comidas o a eventos de todo tipo, y se ha visto que esta influencia, estas relaciones comerciales, influyen en la prescripción. 

La mayoría de los médicos creen que no, pero las evidencias dicen que sí influyen y que los médicos que tienen más relaciones de este tipo con la industria tienen perfiles prescriptores de peor calidad. Utilizan más medicamentos de marca, que están fuera de las recomendaciones terapéuticas, utilizan más fármacos con los pacientes…

Dice que puede llegar a presentarse de muchas maneras, ¿en qué otras situaciones encontramos este conflicto de intereses?

Los médicos tomamos decisiones de acuerdo con unos protocolos o guías de práctica química que elaboran las sociedades científicas. Éstas son instituciones muy importantes. Normalmente están constituidas alrededor de especialidades o áreas de conocimiento y esas sociedades científicas son las responsables de realizar documentos muy importantes donde se sintetiza la información que utilizan los médicos. Sabemos que hoy en día la mayoría de las sociedades científicas de todo el mundo tienen una gran dependencia de la industria farmacéutica en su financiación. Reciben mucho más dinero de la industria farmacéutica que de otras fuentes y sabemos también que esto influye en cómo se elaboran las recomendaciones y los protocolos. Esto está causando un daño importante.

¿En qué medida se puede hablar de esta influencia?

Se calcula que la mitad de los protocolos realizados por las mejores sociedades científicas del mundo tienen sesgos metodológicos importantes que están distorsionando las recomendaciones. Es otra manera de cómo la industria influye en la prescripción de los médicos de esa manera. 

De forma previa, la agenda de investigación también está dominada por los intereses comerciales. Sabemos que solamente uno de cada cinco experimentos realizados en Medicina está financiado por el Gobierno o por instituciones no comerciales y sabemos que la mayoría de los experimentos financiados por empresas comerciales van a dar positivo; van a dar resultados que favorezcan el producto investigado. Eso se llama sesgo de financiación y es un sesgo sistemático que habla de que algo está pasando en esos experimentos, que hace que esos experimentos den positivos. A la hora de publicar esos ensayos clínicos sólo se publican los positivos, porque en el caso de los negativos, como el conocimiento pertenece a la compañía, ésta decide no publicarlos.

Al final es una pescadilla que se muerde la cola…

Sí porque con todo esto, en la literatura científica hay una exageración de los beneficios de los medicamentos y no hay una información equilibrada. Todo eso repercute mucho en los protocolos porque el protocolo utiliza la biografía publicada. Así que esos protocolos, además del sesgo que introducen los criterios que utiliza la industria, van ya sesgados en sí mismo.

Sabemos también que si los investigadores principales tienen conflictos de interés con los laboratorios es muy probable, del mismo modo, que el experimento salga positivo. Hoy en día, a la hora de leer un artículo científico, el médico comprende si el investigador tiene conflictos de interés y si el medicamento está financiado por la empresa; es decir, que no tiene que seguir leyendo. Hay un tremendo sesgo a favor de los productos que está distorsionando mucho la evidencia que el médico maneja; éste es quizás el daño más importante en los conflictos de interés. Porque si el sistema funcionara y hubiera buena evidencia y buenos protocolos, seguramente la relación que los médicos tienen con la industria no sería tan relevante. Pero como todo lo demás no funciona, también vale esta publicidad engañosa de los laboratorios con los médicos.

Dice que el Gobierno sólo financia uno de cada cinco estudios, ¿hay alguna medida que puedan tomar las autoridades externas a la Medicina para que no se den estas situaciones?

Sí, hay muchísimas. De hecho, el tema de los intereses comerciales en la Medicina no es un problema de los médicos. Ahora mismo estamos desperdiciando muchísimo dinero en medicamentos que no afectan a los pacientes; se venden como medicamentos útiles a precio bastante caro, pero no son mejores que los más antiguos y más baratos. Esto supone un desperdicio gigantesco para el Sistema de Salud y, por lo tanto, también un fracaso social porque dedicamos mucho dinero a pagar medicamentos que no aportan valor. 

Hay muchas soluciones. No digo que sea fácil porque significaría cambiar muchas cosas que están reguladas a nivel macroeconómico por estructuras supranacionales que han establecido nuestro modelo económico global, donde los medicamentos tienen condición de patentes y las compañías pueden explotar esos medicamentos porque están sujetos a la protección de patentes de muchos años en exclusiva. Los medicamentos no deberían estar protegidos por patentes; por supuesto que debería recompensarse la innovación, las compañías deberían ganar dinero por los medicamentos que desarrollaran, pero siempre que fueran efectivos.

Se propone desligar el medicamento de los retornos basados en las ventas en los siguientes años y se habla de premios a la innovación; de hacer un pago suficientemente importante cuando el medicamento sea realmente novedoso y efectivo.

Otra cosa es que las agencias reguladoras, que son las responsables de evaluar los medicamentos, filtren bien. Ahora mismo debido a la influencia política no filtran bien y acaban comercializando cualquier instrumento que la industria les presenta; sea o no efectivo. Luego, en relación con la investigación hay varias iniciativas que hablan de transparencia; de que se pudieran publicar los protocolos de investigación antes de que la investigación empezara. Eso significa que luego sería mucho más difícil de manipular. También se propone compartir los resultados de los experimentos, pero antes de ser analizados por la propia industria. Ahora la industria analiza los resultados de los experimentos y los puede ‘cocinar’… 

¿Y los médicos? ¿Qué medidas deberían adoptar?

Creo que debemos dejar de vivir con naturalidad nuestra relación con la industria, porque nos afecta. Teníamos que tener la precaución mínima. No digo que sea imposible mantener relaciones con la industria, pero sí tener una actitud mucho más crítica.

Los médicos son los que más dinero reciben de manos de la industria; sobre todo a través de pagos por congresos, pago de cursos. Los médicos españoles reciben de este modo casi 176 millones de euros al año, que es la suma de lo que reciben los médicos alemanes, los británicos y los suizos juntos. Nuestro país utiliza muchos medicamentos de marca, menos genéricos. Insisto, hay muchas cosas que hacer, pero no sólo por parte de los médicos; es un problema político, institucional, de las agencias de la Administración, es un problema científico…

Con todo esto que cuenta, ¿se encuentran a menudo pacientes escépticos que no creen en lo que les prescriben?

Todavía los pacientes confían en sus médicos y esto es fundamental en Medicina. La Medicina necesita confianza. El paciente se expone a los médicos no solamente físicamente; te cuenta cosas, intimidades y confía en que el médico va a tomar la mejor decisión sin tener en cuenta sus intereses. Si el paciente supone que el médico le ha recomendado un medicamento porque ha acudido a un congreso, eso dinamita la confianza. Pero no pasa; la Medicina ha ganado tanto crédito que, aunque esto se sabe y es un problema, es algo que no está en la opinión pública. Es algo que es muy sutil y es muy peligroso porque la confianza es algo que se tarda mucho en ganar. 

Probablemente la confianza que hoy en día tenemos los médicos no se debe a nuestro trabajo, se debe a las generaciones de médicos que se lo han ganado. Es un valor moral muy valioso y que no podemos dilapidar. Hay un riesgo de que los pacientes, en un momento dado, de forma generalizada, dejen de confiar en los médicos y esto sería muy peligroso porque la confianza se tarda mucho en ganar pero se pierde rápidamente. Lo hemos visto en muchos colectivos. Habiendo como hay políticos honestos, hemos visto cómo se generaliza y se les acusa de ser potencialmente corruptos. Ha pasado también con los controladores aéreos… 

El Colegio de Médicos de Segovia ha mostrado mucho interés en que los médicos jóvenes acudan al Congreso de Deontología. ¿Qué consejos se les puede dar? Porque supongo que ellos estarán muy expuestos a estas situaciones. 

Sí, efectivamente. Los médicos en formación son los más vulnerables.  Ellos imitan lo que hacen sus tutores y lamentablemente, como los médicos con los que rotan lo han naturalizado, lo ven como normal, lo ven como algo que sólo aporta ventajas. En los países anglosajones son especialmente cuidadosos con intentar evitar que los médicos en formación reciban esta información.

Se ha visto que los médicos jóvenes que reciben una formación independiente luego tienen desempeños más críticos, mantienen actitudes más equilibradas respecto a la relación con la industria. Es una buena recomendación que vayan los jóvenes a estas jornadas y que ellos puedan percibir el peligro que tiene esto; insisto, no para demonizarlo. Es un tema mucho más complejo; no es de corrupción, es un tema de influencia sistémica, de factores que influyen sin que tenga que haber nadie malvado o inmoral. Creo que la industria hace su trabajo; intenta vender sus medicamentos, y en algunos casos, sí que puede hacer prácticas que no son legales, pero habitualmente son compañías que tienen un comportamiento adecuado y que simplemente intentan vender unos productos en los que creen. Igual que los médicos que reciben a los representantes no son inmorales ni son corruptos; simplemente creen que eso no les afecta y tratan únicamente de poder mejorar la atención a los pacientes. 

¿Hubo algún hecho concreto que le animase a formar parte de No Gracias?

Desde que era residente recibí esto como algo que me generaba ruido. Como todos los médicos cuando empezamos, yo también recibí pagos de la industria en forma de pagos a congresos. En cuanto fui teniendo un poco de opinión independiente me di cuenta de que era una cosa rara. Hace más de 20 años que empecé a tener una posición más crítica con esto y a no aceptar regalos. Cuando empezó No Gracias yo ya estaba vinculado a un movimiento similar que había en Estados Unidos. En España no había nada, y al final acabé de presidente aquí.

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