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El desgaste profesional, un problema de salud pública

El ‘burn out’ es un estado emocional de desgaste profesional que se caracteriza por la desmotivación y el desinterés por el trabajo acompañado de malestar interno e insatisfacción, que según los expertos “es actualmente un grave problema de salud pública” del que hay que considerar su trascendencia, magnitud y vulnerabilidad, según expusieron en el V Congreso de Deontología Médica, celebrado en Segovia

En la mesa, que estuvo moderada por la Dra. Carmen Pérez Molina-Ramírez, miembro de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Segovia, participaron el Dr. Rogelio Altisent, director de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, y el Dr. Ricardo Abengózar, especialista en Medicina de Familia y Comunitaria. 

El Dr. Altisent subrayó que el ‘burn out’ tiene varias víctimas: “el propio profesional, el paciente, el equipo y el sistema sanitario, que es la sociedad”. Apuntó que hay que hacer un diagnóstico diferencial entre el “auténtico burn out” con el estrés, el cansancio, la depresión o cualquier otra enfermedad que pueda afectar al rendimiento profesional. Insistió en que “conviene diferenciarlo también con un problema de relaciones personales dentro del equipo asistencial que genera tensiones, pero no se traduce automáticamente con el desgaste profesional”. 

Además, comentó que el ‘burn out’ es una patología profesional “que se debe abordar de manera sistemática e institucional y ahora no estamos haciendo nada, por lo que estamos muy preocupados por la seguridad del paciente porque no se presta atención a una de las mayores causas de errores”. 

El Dr. Altisent aseguró que estudios norteamericanos señalan que “el 50% de los profesionales ya están afectados y todos los años se suicidan 400 médicos” y aclaró que “aunque nuestro escenario no es el mismo, podemos acabar igual”. Expuso que para hacer una prevención primaria hay que “impregnar la formación médica de sentido altruista”. En este punto, defendió “una revitalización del sentido vocacional de la profesión, que debería tener repercusión en el aprendizaje de la dimensión ética durante los estudios de grado y en el acceso a la especialidad y la posterior formación”. 

En cuanto a la prevención secundaria, se mostró partidario de desarrollar “unidades de atención al colegiado para hacer diagnóstico diferencial, reformar los servicios de personal de las instituciones sanitarias para que también se dediquen a la promoción de sus profesionales y ampliar las funciones de salud laboral a la atención del ‘burn out’.

El Dr. Abengózar propuso “fomentar un sentido de pertenencia a una comunidad moral, de una profesión milenaria, que comparte desde hace siglos un objetivo: el bien integral del paciente, sentirse afortunado por pertenecer a esta comunidad moral y ver la profesión como una vocación de servicio. Además de ver en cada paciente una nueva oportunidad de don, de servicio y de crecimiento personal”.

 

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