La Dra. Manuela Cabero, vocal de Médicos Jubilados del Colegio de Médicos de Toledo, ofreció la ponencia ‘Otra forma de trabajo. Trabajo Solidario’ en el marco del VIII Congreso Nacional de Médicos Jubilados celebrado en Zamora, donde expresó que “el respeto y la consideración por la población afectada deberían ser requisitos de la acción humanitaria” y subrayó que “los programas de socorro acertados son los que dejan atrás una población capaz, autosuficiente y digna”
La Dra. Cabero, vicepresidenta de Cruz Roja, ha compaginado durante más de 20 años su trabajo como médico y cirujana especialista en Anestesiología y Reanimación en el Hospital de Toledo con su labor como cooperante en diferentes países del mundo como en Sierra Leona, Ruanda, Bosnia, El Salvador, Senegal, Irak o Somalia, y más recientemente en Grecia, trabajando con los refugiados sirios.
Destacó que por envejecimiento saludable la OMS entiende el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez y reconoció que “ninguno estamos preparados para la jubilación y existe el riesgo a sentirse inútiles, al anonimato y pérdida de influencia, al cambio de rol social y a la disminución de la capacidad física y psíquica”.
La Dra. Cabero comentó que algunos estudios argumentaban que “los voluntarios vivían disminuía la discapacidad, produce altos niveles de bienestar y sus beneficios para el voluntario son mayores que otros factores incluyendo el nivel de ingresos, nivel de educación o matrimonio”.
Manifestó que “la profesión médica está muy sensibilizada prueba de ello es el registro de médicos cooperantes que tiene la Fundación para la Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (FCOMCI) y el Ministerio de Sanidad. Se ve que la gente está interesada”.
Destacó que “la humanización de los médicos cooperantes se materializa de forma igual que en un hospital o en una consulta de Atención Primaria. Se basa en un respeto infinito a las decisiones de los pacientes, nunca hay que dejarles al margen y siempre hay que tener la sonrisa en el rostro, que vean en ti a alguien cercano y no una pared entre la enfermedad y su miedo y tú”.
La Dra. Cabero hizo hincapié en que para desarrollar esta labor “se requiere formación específica dependiendo del sitio al que vayas a trabajar y de la situación con la que te vayas a enfrentar. No es lo mismo si vas a una guerra, a atender a refugiados de primera llegada, a un campo ya asentado o a una epidemia de Ébola”.
Durante su ponencia recalcó que “nosotros no somos protagonistas de nada, los protagonistas son las poblaciones a las que queremos asistir, sea en casa o en terceros países. Ellos conocen mucho mejor que nosotros sus propias necesidades y como ser satisfechas. Es la situación en la que viven lo que les impide afrontarlas. El respeto y la consideración por la población afectada deberían ser requisitos de la acción humanitaria”.
Concluyó que en ayuda de emergencia “abundan los dilemas, pues los problemas superan la capacidad de respuesta de las víctimas y, muchas veces, la de quienes les prestan ayuda”.
