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Dr. Tomas Cobo a estudiantes: “El entusiasmo por la cooperación os hará felices y orgullosos de ser médicos”

El Dr. Tomás Cobo, médico cooperante en Benín y el Sáhara durante cerca de 16 años, y presidente del Colegio de Médicos de Cantabria, intervino en el I Congreso formativo de Cooperación Internacional de la Universidad de Valladolid para contar a los estudiantes su experiencia en cooperación en misiones humanitarias quirúrgicas. Tras poner de manifiesto que sus años de colegio, bachiller, carrera y numerosas guardias “cobraron sentido” en el momento que atendió a “un pequeño” en el Hospital donde colabora de Tanguiéta, África, animó a los universitarios allí presentes a enmarcarse en el mundo de la cooperación y de ayudar a los que más lo necesitan. “El entusiasmo por la cooperación os hará felices y orgullosos de ser médicos”, afirmó

El Dr. Cobo agradeció en primer lugar al nuevo presidente de la Organización Médica Colegial (OMC) y su Fundación para la Cooperación Internacional (FCOMCI), el Dr. Serafín Romero, “por elegir la inauguración de este Congreso como su primer acto público”. Afirmo que “este hecho significa una apuesta importante de la OMC, los Colegios de Médicos y los profesionales por la cooperación y por estar al lado del que más lo necesita en un mundo desigual”.

 
Como patrono de la FCOMCI explicó que esta Fundación nació en el año 2010 con el objetivo de dar respuesta a las necesidades detectadas en el ámbito de la cooperación y de la ayuda humanitaria sanitaria.
 
“Desarrollamos -dijo- programas de cooperación médico sanitaria en países empobrecidos, directamente o a través de organizaciones de carácter internacional”. Tras afirmar que desde la Fundación se ha conseguido ser una plataforma de trabajo, consulta e intercambio de información, añadió que su principal misión es aunar voluntades de los Gobiernos, ONG y profesionales “para trabajar coordinados y lograr una acción eficaz y útil en el terreno”. 
 
Hay muchos profesionales liberales como ingenieros, médicos o enfermeras que tradicionalmente han ido a cooperar y han ido a misiones de desarrollo pero sin una regulación o control. Según matizó el Dr. Cobo, la Fundación ofrece a los profesionales la documentación legal como el certificado de idoneidad, que es una convalidación del título, para proteger a los médicos y ajustarse al marco legal del país donde se desarrolla el proyecto. “ LA FCOMCI y la institución colegial puede vehiculizan los recursos de los profesionales”, apuntó.
 
Recordó que la Fundación cuenta, además, con un Registro de Cooperantes y Voluntarios y de unas becas para que profesionales saharauis se formen en centros sanitarios españoles. Asimismo, existe un convenio entre el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), la FCOMCI y las universidades españolas para ofrecer la oportunidad a los estudiantes de último año de carrera de hacer sus prácticas curriculares en proyectos de cooperación en países empobrecidos para tener contacto con esas realidades.
 
“En Tanguiéta atendemos y operamos niños con leporinos que son sacrificados por su patología en sus comunidades”
 
Centró la mayor parte de su discurso en contar su experiencia de cooperación en Tanguiéta, Benín, África, donde lleva más de 16 años colaborando. Aunque también colabora paralelamente en los campamentos de refugiados del Sáhara donde lleva 12 años. “Ambas experiencias son ejes fundamentales de mi vida y donde pongo la mayor parte de mi entusiasmo”, matizó.
 
Contó a los estudiantes allí presentes, que cada año viaja a Tanguiéta, al norte de Benín, para colaborar, como anestesista, en las intervenciones quirúrgicas que lidera Fray Florencio, fundador del hospital de San Juan de Dios de Tanguiéta. “Fray Florencio es un médico italiano que con tan solo 24 años aterrizó, con recién terminada la carrera, en un dispensario que apenas tenía nada en Tanguiéta  y que poco a poco creó el hospital”. Un centro que actualmente es uno de los de referencia del país con capacidad quirúrgica para atender a unos 30.000 habitantes de Benín y de países de alrededor. “Las personas, más que las comisiones, con su solidaridad son capaces de hacer cosas. Fray Florencio es una persona que ha entregado su vida a los demás desde los 24 años y una muestra de que la gente buena existe”, destacó.
 
En el centro realizan numerosas cirugías derivadas de amputaciones, mordeduras, politraumas o heridas de guerra y rotan equipos de profesionales de Francia, Italia, suiza y España. “Cada uno hace una actividad diferente nos coordinamos y no solapamos tareas”, señaló.  Estos equipos se enfrentan a casos de desnutrición, cólera y malaria en un lugar donde la mortalidad infantil es muy alta y donde hay gran incidencia de quemados porque roban gasolina de los oleoductos y la venden. 
 
El Hospital, tal y como aseguró, se enfrenta a problemas de cirugía como es la falta formación especializada en anestesia o la sepsia. “Tenemos un anestesista que es Basile fue reclutado por Florencio cuando tenía solo 15 años  y vivía en la calle. Le enseñó las técnicas básicas de anestesia y aunque no ha estudiado Medicina es el que más sabe en este tema y reconoce  muy bien a los pacientes”, explicó.
En la misión cántabra, donde participa el Dr. Tomás Cobo, hacen oftalmología, cirugía plástica u odontología. “Atendemos niños con leporinos que son sacrificados por su patología en sus comunidades. Les interceptamos y operamos”, expuso.
 
Cerró su intervención con una foto “muy emotiva y significativa para él” en la que sale abrazando a un niño en el Hospital de Tanguiéta. Sobre la foto dio a conocer que aunque los anestesistas no tienen mucho contacto con los “más pequeños” son los encargados de transportar en sus brazos a los menores “de las manos de sus madres a la camilla del quirófano en un camino que no tiene más de 10 pasos”.  “Cuando las madres se desprenden en una situación desgarradora, en ese pequeño paseo con el pequeño recién llorado, sus ojos y los míos se cruzaron y fue en ese instante de mi vida cuando tomó sentido todo los años de colegio, bachiller, exámenes de la carrera y guardias para que el pequeñín se sintiera seguro. Eso me hizo sentir orgulloso de ser médico” concluyó el Dr. Cobo quien se dirigió a los estudiantes para decirles que “ese entusiasmo os hará felices”.
 
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