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Dr. Sergio Minué: La principal prioridad de la medicina de familia en España: la precariedad

 

El Dr. Sergio Minué aborda en una nueva entrada del Blog «El Gerente de Mediado» la precariedad de la profesión médica, y en especial de la Atención Primaria en nuestro país, a raíz de los datos publicados por la Organización Médica Colegial.

 

Madrid, 6 de abril de 2015 (medicosypacientes.com)

La principal prioridad de la medicina de familia en España: la precariedad

«¿Cómo es eso que tanto le gusta decir a Cicerón? El esclavo es el «instrumento vocale, que se distingue de la bestia, el «instrumento semivocale, que se distingue de la herramienta común»

Espartaco. Howard Fast

Si la inversión en Atención primaria reduce la mortalidad es «porque el papel de los médicos de familia es proteger a los pacientes de la medicina» como señalaba recientemente Iona Heath en Montevideo. Ahora bien, para ejercer esa protección, y evitar que la yatrogenia siga siendo la tercera causa de muerte (Barbara Starfield, 2001), es imprescindible que el médico de familia ejerza y practique una difícil palabra llamada longitudinalidad.

Si preguntáramos a la mayor parte de los responsables políticos de este país qué significa este término, mirarían con cara de incredulidad pensando que nos estamos refiriendo  a algún sistema de medición del salto de longitud. Significa atender a un paciente, a una persona, «desde la cuna a la tumba» ( from the crandle to grave). Sin ese ejercicio, que requiere un considerable esfuerzo, el valor de la medicina de familia y por ende de la atención primaria, se diluye como un azucarillo en agua.

La Organización Médica Colegial denunciaba hace dos semanas que el Sistema Nacional de Salud es la mayor empresa de trabajo temporal de España. Una noticia de una gravedad enorme, pero a la que, como de costumbre, casi nadie ( y menos los políticos) han prestado atención. El «Estudio sobre la situación laboral de los Médicos en España», con base en la información procedente de 11.731 encuestas, señala que la precariedad e inestabilidad laboral se ha intensificado sustancialmente en los últimos años, hasta el punto de que casi la mitad de los médicos españoles tiene contratos eventuales (46.8%), de los cuales también casi la mitad (41,6%) tiene un contrato precario. Esa situación además, se prolonga a lo largo de más de 10 años en un 30% de las ocasiones. El contrato más prevalente es el de menos de 6 meses ( 33,5%), seguido por el de guardias ( 15,2%).Como sueles ocurrir , la precariedad se ceba especialmente en las mujeres y los más jóvenes ( el 45.6% de los desempleados tiene menos de 40 años). Simples » instrumentos vocales».

Si en otro país «civilizado» el máximo responsable de la organización  profesional de los médicos afirmara que «no hay precedentes de llegar a estos niveles de explotación», como ha hecho Juan José Rodríguez Sendín, algo habría ocurrido ya, bien por acción de los propios políticos o por parte de los profesionales ante la ausencia de respuesta de aquellos. Por el contrario, aquí seguimos todos «tranquilos en el sillón» como cantaban los Celtas Cortos.

El problema número 1 que tiene la Medicina de Familia en España no es la carrera profesional, ni la investigación, ni mucho menos la calidad, la cronicidad o la prevención primaria con estatinas. Se llama simple y llanamente precariedad, aunque podría llamarse también explotación.

Con contratos  a tiempo parcial que acaban el viernes a las 2 para reiniciarse el lunes a las 8, y que terminan de nuevo a las 2 para empezar ( en el mejor de los casos) en otro centro de otra ciudad tres días después, la continuidad no existe. La longitudinalidad no existe. La medicina de familia y su razón de ser, sencillamente desaparece.

Estamos perdiendo una generación de médicos de familia, como tan claramente demostraba Javier Padilla en Médico Crítico utilizando los datos del Servicio Andaluz de Salud. Sencillamente da miedo. Una generación ha desparecido en el desierto , mientras seguimos intentando convencer a los estudiantes de medicina de que hagan una especialidad para la que apenas hay futuro.

Podemos seguir entretenidos en nuestros talleres de diabetes pensando que es un problema suyo, de esos que tuvieron la mala suerte de hacer la especialidad en la primera década del siglo XXI. El pequeño problema es que de continuar así, de seguir aceptando y tolerando resignadamente la precariedad y la explotación dentro de una década, cuando nos hayamos jubilado los respetables » propietarios», no habrá especialidad de medicina de familia. Habrá dejado de ser necesaria y nadie derramará una lágrima. Para ese final no hacía falta el viaje que algunos iniciaron en 1979.

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