jueves, marzo 28, 2024

Portal informativo de la Organización Médica Colegial de España

InicioOMCÉtica y DeontologíaDr. Joan Monés: “El ‘Buen Quehacer del Médico’ es un documento vivo...

Dr. Joan Monés: “El ‘Buen Quehacer del Médico’ es un documento vivo sintonizado con la realidad social de nuestro país”

En unos meses verá la luz la 5ª edición del ‘Buen Quehacer del Médico (BQM)’, una guía publicada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), que, como asegura su coautor el Dr. Joan Monés, se trata “de un documento vivo, revisado periódicamente para sintonizarlo con la realidad social de nuestro país” que hace una serie de recomendaciones para una actuación médica optima bajo las directrices del Código de Deontología Médica

Coincidiendo con la aprobación de la Ley de la Eutanasia, esta nueva edición recoge recomendaciones de cuidados paliativos sobre la atención al paciente terminal, “en el sentido que el médico debe conocer, que, ante la enfermedad terminal, la Ética Médica impone la obligación, no delegable, de acompañar y consolar”, asegura en esta entrevista el Dr. Joan Monés, profesor emérito de Medicina y Bioética en la Universidad Autónoma de Barcelona y médico especialista en enfermedades digestivas del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.

El Dr. Monés es Coautor de las cuatro ediciones de la publicación “Buen quehacer del médico” y coordinador del Grupo de Trabajo del Buen Quehacer del Médico (BQM) del CGCOM.

Actualmente se está editando la quinta edición del “Buen quehacer del médico”. ¿En qué medida se trata de un documento vivo que incorpora nuevas situaciones a las que tiene que enfrentarse el médico?

El “Buen Quehacer del Médico” (BQM) ya en su primera edición de marzo del 2014, pretendía orientar a los médicos en el camino de las conductas y las actitudes, por ser una de las más trascendentes garantías para la salud de la población. EL BQM pretendía y sigue vigente el objetivo, proporcionar una guía en forma de recomendaciones para una actuación médica optima, según las posibilidades en cada momento, acorde con los estándares de calidad, eficiencia y eficacia, aceptados por la profesión.

Sin embargo, el cuerpo de doctrina deontológica y ética de la corporación se basa fundamentalmente en el Código de Deontología Médica (CDM), cuyas normas son de obligado cumplimiento y tienen la función de regular el comportamiento profesional de manera objetiva, con poco margen para la interpretación subjetiva. La seguridad jurídica de las normas, como la de las leyes, se basa en una redacción que evite o al menos limite la variabilidad en su interpretación. Las normas del CDM han de redactarse en un lenguaje preciso, entre otras razones porqué su trasgresión puede conllevar algún tipo de sanción. Pero este necesario requisito, a veces representa limitaciones cuando se trata de orientar la actuación profesional en actos complejos de difícil ensambladura en las normas.

El BQM puede y debe ir adaptándose y lo está haciendo como lo demuestra el que dentro de unos meses se va a editar la 5ª edición y en cada una de las sucesivas ediciones se han incorporado nuevas recomendaciones y otras se han completado o modificado. Además, desde la 2ª edición se han incorporado unos escenarios del “mal quehacer médico”, que complementan en negativo el sentido de las recomendaciones. Estos escenarios no deben malinterpretarse ni ser considerados como prácticas habituales, ya que son proposiciones provocadoras y tópicas encaminadas a generar reflexión. El BQM es un documento vivo, revisado periódicamente para sintonizarlo con la realidad social y laboral del entorno médico en nuestro país. Esta facilidad de completar, añadir, etc. nuevas aspectos en el BQM, no es posible en el CDM, que al ser un Código requiere imprescindiblemente para su modificación de un consenso complejo y muy amplio.

¿Qué novedades incluye esta edición? ¿Qué objetivos persigue?

En cada edición se han incorporado recomendaciones relacionadas con temas que están en discusión e incluso en controversia tanto en la sociedad como en el colectivo médico. No se pueden citar todas, pero indicaremos algunos ejemplos.

El BQM en cuanto a las medicinas complementarias, indica a los médicos que, si en su actividad profesional las utiliza y sobre todo cuando con sus indicaciones dificulta a sus pacientes relacionarse con la medicina basada en la evidencia, actúan al margen de los principios del profesionalismo y del CDM.

También el BQM refuerza una norma escueta y clara del CDM, indicando que cuando el médico acude como testigo cuando es requerido por la Justicia, no es infrecuente que se pretenda ser utilizado como “testigo-perito”. Cuando esto ocurra, el médico indicará al juez que el CDM le prohíbe esta doble función, por lo que informará de los hechos que conoce como testigo y que está legitimado para no ejercer de perito y acogerse a la objeción de conciencia.

Se recuerda en el BQM, que el médico sin relación profesional con un paciente, no debe ni tiene autorización a acceder a la información confidencial de sus datos clínicos.

Recogiendo la excelente labor de difusión de los colegas de cuidados paliativos sobre la atención al paciente terminal, coincidiendo con la aprobación de la Ley sobre la eutanasia, se indican unas recomendaciones que intentan recoger sus ideas básicas, en el sentido que el médico debe conocer, que, ante la enfermedad terminal, la Ética Médica impone la obligación, no delegable, de acompañar y consolar.

El médico utilizará la sedación paliativa, que es un tratamiento médico éticamente correcto e incluso obligado evitando el encarnizamiento terapéutico, en el paciente terminal con síntomas refractarios a los tratamientos disponibles y a dosis adecuadas. Siempre es obligado el consentimiento explícito o implícito del paciente, o por representación en pacientes que no lo puedan efectuar. Así mismo recuerda el BQM que la eutanasia no es un acto médico.

Finalmente, como ejemplos de escenarios del “mal quehacer médico” se indica provocativamente que el médico advierte a la familia de un paciente terminal, diciéndoles equivocadamente que “no se dejen engañar, la propuesta que le han hecho de sedación paliativa, es un subterfugio, se trata en realidad de una eutanasia encubierta” o que cree erróneamente que “consultar datos de una historia clínica de un paciente o de un compañero que no trato puede ser un cotilleo, pero no una actuación punible”.

Sobre esta publicación se han elaborado una serie de viñetas prácticas que están englobadas en un curso de gran éxito de la Fundación para la Formación de la OMC que ya ha publicado 8 viñetas y del cual usted es director académico. ¿Qué objetivos pretende esta nueva forma de formación continuada?

Con la idea de hacer que la guía del BQM sea lo más accesible y de la máxima utilidad posible, se ha complementado con una serie casos prácticos inspirados en los diferentes valores que se suceden a lo largo de sus recomendaciones. Los casos prácticos se presentan en forma de viñetas, que hace amena e interactiva la presentación de los casos clínicos, con preguntas y opciones de respuesta, que van acompañados al final del comentario de un experto. La cumplimentación interactiva servirá además para conseguir una evaluación periódica del profesional y obtener “on line” unos créditos de formación continuada. Su acceso es gratuito para los colegiados, de fácil cumplimentación y al finalizar cada caso se reconocen los créditos.

Animamos a nuestros colegas que entren en esta sección de formación de la OMC, titulada genéricamente “El BQM en acción” y abran uno de los casos prácticos ya publicados, estamos seguros que continuaran de forma escalonada con el resto, ya que son amenos y lo más importante aportan motivos de reflexión y docencia en Ética y Deontología Médica.

¿Cómo se podría acercar la Ética y Deontología Médica a los profesionales jóvenes?

No hace mucho tiempo en la mayoría de las facultades de Medicina españolas, no había una asignatura explicita sobre Ética y Deontología, en otras era una asignatura optativa. Es verdad, que temas de Ética Médica se trataban marginalmente en diversas disciplinas, pero con ello no se conseguía un cuerpo de doctrina. Afortunadamente en la actualidad todos los alumnos de medicina en nuestro país tienen en su programa docente una asignatura sobre Ética y Deontología Médica, lo que ha ayudado a tenerlas en consideración por parte de nuestros jóvenes colegas.

En los últimos años es frecuente encontrar en colegios de médicos, facultades de medicina, hospitales y otras instituciones relacionadas con la sanidad, conferencias, coloquios, etc., sobre temas de Ética, Deontología y profesionalismo médico, lo que facilita la formación al joven médico, cada vez más interesado en este aspecto tan importante de la Medicina. El BQM también quiere poner su granito de arena, colaborando en la formación en estos temas, a todos los médicos y si me permiten con especial énfasis para las nuevas generaciones. Los redactores del BQM lo formamos una serie de médicos, que aportamos nuestra experiencia y conocimientos y que figuran nuestros nombres en una de las primeras páginas de las 4 ediciones publicadas (2014, 2016, 2018 y 2019) y que también constarán en la 5ª edición del 2021. El grupo es sólido y experimentado (perdonen la inmodestia), pero con un defecto importante, faltaban algún o algunos representantes de las jóvenes generaciones de médicos. Este aspecto será corregido en breve.  

¿En qué medida la pandemia ha reconsiderado las bases del “Buen Quehacer del médico”? ¿Ha cambiado la relación médico-paciente? ¿Qué dilemas de decisión clínica y ética ha ocasionado?

El primer código de Ética de la Asociación Médica de Estados Unidos de América en 1847 afirmaba que “cuando una plaga prevalece es deber de los médicos hacer frente al peligro y seguir en sus labores para el alivio y sufrimiento incluso a costa de sus propias vidas”. Desde entonces los médicos han orientado sus pasos en esa dirección y nuestro colectivo durante la pandemia, se ha volcado en la atención a los pacientes, incluso superando lo que el deber les exigía, arriesgando e incluso a veces perdiendo la vida. Su labor desde el comienzo ha sido reconocida por nuestros conciudadanos, con signos tales como los aplausos masivos en balcones durante varios meses de la pandemia a una determinada hora.

Pero el coronavirus ha alterado uno de los elementos clave en la historia de la profesión médica como es la relación médico-paciente. La COVID-19 ha supuesto una barrera al encuentro entre el paciente y el médico, que se ha paliado con la ayuda de las nuevas tecnologías que permiten la continuidad asistencial, en tiempos de saturación sanitaria. No debemos abandonar los aspectos positivos que sin duda tiene la relación con el paciente, a través de las nuevas tecnologías, pero no debemos en absoluto relegar a un segundo termino la relación personal y presencial paciente-médico, siempre que sea posible.

La saturación asistencial por pacientes infectados graves por coronavirus, ha condicionado un retardo en la atención sanitaria, que ha ido calando en la sociedad, observándose en los últimos meses, un desencanto con nuestro sistema sanitario. Hemos de indicar a nuestros políticos, que la sanidad necesita más recursos, tanto para obtener los necesarios elementos tecnológicos, como para conseguir un número suficiente de sanitarios en general y médicos en particular y poder restablecer la necesaria confianza en la relación paciente-médico.

¿Cómo la irrupción de la telemedicina, a causa de la pandemia, afecta a esta relación?

Clásicamente y según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se entiende por telemedicina la prestación de atención médica por parte de los profesionales de la salud utilizando tecnologías de la información y la comunicación cuando la distancia es el factor fundamental (pueblos pequeños de no fácil acceso, barcos en alta mar, etc.).

Sin embargo, en la terrible pandemia que está presente en nuestras vidas, la distancia no es el elemento fundamental, el uso de estas tecnologías ha evitado o al menos paliado el colapso de servicios sanitarios con consultas que pueden atenderse por vía telemática. Por tanto, el factor clave no es la distancia, sino todo aquello que susceptible de poder diagnosticar y tratar con fiabilidad a través de las nuevas tecnologías y distinguirlo de aquello que requiere necesariamente de una actuación sanitaria presencial.

Es evidente que la telemedicina afecta a la relación médico-paciente, pero la pandemia del coronavirus con efectos tan negativos en muchos campos, ha conseguido familiarizarnos, tanto a médicos como a pacientes, con la telemedicina entendida en el más amplio sentido. El cambio tecnológico en la relación médico-paciente que se preveía para unos 5-10 años, ha sido necesario adelantarlo e implantarlo de forma urgente, para intentar paliar la saturación de las consultas y prevenir contagios de la COVID 19, obligando a una transformación digital y revolucionando bruscamente la forma clásica del trabajo asistencial.

Con la telemedicina, cuando esta es posible, se consiguen resultados parecidos a los obtenidos a través de la relación presencial, con consultas más concisas, con una gestión más eficiente del tiempo, tanto para el profesional como para el paciente, que se evita el desplazamiento no siempre fácil. La telemedicina supone una ventaja a los ciudadanos laboralmente activos, obviando el acceder a una consulta, perdiendo horas de trabajo, cuando a veces lo que va a consultar es un seguimiento rutinario, una analítica de control, ver los resultados de exploraciones realizadas o prolongar tratamientos crónicos. Además, tiene la ventaja adicional, en absoluto desdeñable, de prevención de contagios.

La utilización de la telemedicina es compatible con la consulta presencial y es buena práctica incorporarla al proceso asistencial completo. En la relación médico-paciente habrá momentos en los que la consulta presencial es imprescindible (necesidad de exploración física, exploraciones instrumentales, etc.), y habrá otros momentos en que sea más conveniente la telemedicina. Una encuesta mundial de hace unos 3-4 meses realizada por la consultora PwC revela que la mayoría de los pacientes que fueron atendidos por el médico de forma virtual (teléfono, videollamada o mensajes) lo mantendría como preferente tras la pandemia. La mayor aceptación fue para la videollamada (obviamente cuando esta fuera posible), que en un 90% de los interrogados la preferían a la consulta presencial.  

Acceso 4ª edición BQM en https://www.cgcom.es/wp-content/uploads/drupal/BQM_2018/files/assets/common/downloads/BQM%202018.pdf?uni=d100269e9124e092e78d9099f496a989

Relacionados

TE PUEDE INTERESAR

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Más populares