El Dr. Marcos Gómez Sancho, expresidente de la Comisión Central de Deontología (CCD) de la Organización Médica Colegial (OMC), ha coordinado la Jornada ‘Decisiones Éticas al final de la vida’, que se celebrará el viernes 14 de octubre en la sede de la Organización Médica Colegial (OMC), en la que analizarán las controversias en torno a la sedación paliativa
¿Por qué siguen existiendo controversias en torno a la sedación paliativa?
Hay mucha gente que lo confunde con la eutanasia cuando, en realidad, son dos cosas bien diferentes. La intención de quien efectúa una sedación paliativa es aliviar el sufrimiento del enfermo que padece uno o más síntomas refractarios, mientras que quien efectúa la eutanasia su objetivo es acabar con el que sufre. Para ello, en el caso de la sedación se utilizan fármacos a las do-sis necesarias para disminuir la consciencia, mientras que en el caso de la eutanasia se utilizan dosis letales para acabar con la vida del paciente. Ciertamente, la diferencia entre una y otra es una raya muy delgada, pero muy nítida y a veces se puede correr el riesgo de que alguien se salte esa raya y realice una eutanasia disfrazada de sedación. Pero siendo esto un problema, no lo es menos el hecho de que en demasiadas ocasiones los médicos no apliquen la sedación paliativa a un enfermo que lo necesita y, como consecuencia, muchas personas sufren innecesariamente sus últimos días de vida. Esto es una negligencia muy grave.
¿Somos todos iguales a la hora de recibir cuidados paliativos?
Deberíamos serlo, pero no lo somos. Depende mucho de dónde vivamos (es más difícil recibir cuidados paliativos en el medio ru-ral que en urbano y también muy distinto si vives en una comuni-dad autónoma u otra (“iniquidad geográfica”), si tienes un cáncer o una enfermedad no oncológica, si eres adulto o eres un niño u adolescente, etc. Hay excesivas iniquidades, por lo tanto, dependiendo de mucho factores. De forma global, podemos asegurar que solamente reciben unos cuidados paliativos especializados la mitad de los pacientes que los necesitan. Dicho de otra manera, la mitad de los pacientes españoles mueren con un sufrimiento intenso y perfectamente evitable.
¿Quién puede remediarlo, el Estado o las comunidades?
Todos. Del Ministerio de Sanidad depende la adecuada acreditación de los profesionales, algo que reclamamos persistentemente desde hace más de 20 años, recibiendo la más absoluta indiferencia por parte de las autoridades sanitarias de todos los parti-dos políticos.
Esto tiene un enorme impacto en la formación y capacitación de los profesionales, que deja mucho que desear. Ningún enfermo puede estar seguro de que el médico que le atiende está correctamente formado para ello. No existe una especialidad, ni un área de capacitación específica, ni siquiera un diploma que acredite a los profesionales bien formados.
Por su parte, las comunidades autónomas son quienes tienen la responsabilidad de la asistencia a los enfermos y por ello hay una tremenda diferencia de unas a otras. En unas comunidades es-tán razonablemente bien, mientras hay otras que son una calamidad en este asunto. Desgraciadamente, casi siempre depende de la sensibilidad de los consejeros de Sanidad y, por desgracia, los hay para todos los gustos.
¿Por qué los profesionales demandan una norma sobre paliativos?
Porque los profesionales vivimos en el día a día la escandalosa insuficiencia de los recursos dedicados a los cuidados paliativos en España. A los despachos de los ministerios y consejerías no llegan los lamentos de las personas enfermas que sufren.
Por varios motivos, que no siempre tienen que ver con la crisis económica, ahora mismo los cuidados paliativos en España están igual que hace 15 años, y en varias regiones incluso peor.
¿Exigen una unificación de criterios?
Hay algunas comunidades autónoma que han desarrollado algu-na ley sobre la atención a las personas al final de la vida. Otras no lo han hecho y no hay demasiadas noticias de que lo preten-dan hacer. Por ello creemos que es necesario que exista una ley básica estatal para que todos los ciudadanos puedan ejercer, de verdad, el derecho a recibir una adecuada asistencia profesional y humana al final de su vida.
¿Se percibe la inseguridad jurídica en el día a día?
Yo no lo veo así. Tenemos un cuerpo doctrinal muy importante y unos protocolos y guías de actuación muy bien hechas. Un asunto, por ejemplo, que puede generar más dudas desde el punto de vista ético y legal sería la sedación paliativa. Nuestro grupo de trabajo sobre “ Atención Médica al final de la vida”, formada por profesionales de la Organización Médica Colegial (OMC) y de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), ha editado una Guía para la sedación paliativa que define muy claramente cómo, cuándo y a quién se debe hacer.
Nuestro grupo de trabajo ha elaborado otros muchos documentos de gran importancia en la práctica clínica diaria y que ayudan mucho al médico a la hora de tomar decisiones en un momento tan especial, como es el final de la vida de las personas. Por ejemplo, hemos realizado uno sobre conceptos y definiciones para saber muy bien la diferencia entre unas situaciones y conductas y otras, sobre cómo dar bien las malas noticias en Medicina, ética de la alimentación e hidratación al final de la vida, el derecho a la sedación paliativa y algunos otros, que orientan todos ellos a los médicos en la toma de decisiones en momentos muy difíciles desde el punto de vista clínico y ético.
¿Qué pasos hay que dar para que se llegue a materializar la nueva norma?
Desde la OMC y la SECPAL hemos orientado siempre a aquellas consejerías que han legislado en la materia. También hicimos un informe muy completo sobre el proyecto de ley del gobierno socialista hace 5 años, y que con el cambio de Gobierno quedó en algún cajón ministerial. Cuando se aclare el momento actual de indefinición política, volveremos a proponer al nuevo Gobierno la elaboración de una norma estatal que resuelva el problema actual de tan escandalosa injusticia por el trato que reciben unos ciudadanos frente a otros.
