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Dr. Florido, médico cooperante: “La educación sanitaria, la prevención y la promoción de la salud son nuestras funciones más importantes en Uganda”

El Dr. Miguel Florido, miembro de la Comisión Técnica de la Fundación de los Colegios Médicos para la Cooperación Internacional (FCOMCI) aúna su profesión de médico de Familia con la cooperación desde hace 6 años en diversos lugares del planeta como en Haití, Colombia, Sahara, y recientemente en Uganda donde diseñó y dirigió el “Proyecto Uganda” en 2013 y colaboró el año pasado en “Island Mission Uganda”. Un proyecto donde, como explica en esta entrevista, sus “funciones más importantes son la educación sanitaria, la prevención y la promoción de la salud”

Concretamente en la isla de Zinga, en el Lago Victoria de Uganda, ha sido donde se ha desarrollado el proyecto “Island Mission Uganda” un lugar donde, según cuenta el Dr. Florido en la entrevista, los habitantes de la isla, unas 12.000 personas, con un predominio importante de población infantil, carecían hasta este año, de un punto de asistencia médica o sanitaria.

 
Pero, en esta región, el Dr. Florida no solo ha prestado asistencia sanitaria, sino que consciente de que hay “destinos que jamás saldrán en los medios de comunicación porque no son noticia, pero que cuya población tiene mucho que mostrar y contar el resto de comunidades del mundo” ha creado la Exposición Island Mission Uganda «a través de los ojos de un médico», en la que recoge retratos de los pacientes atendidos y de otros beneficiarios del proyecto y que puede verse en su web:  
http://miguelflorido78.wix.com/imuphotography
 
“Con esta exposición pretendo mostrar la cara de los habitantes de Zinga, personas que viven en contextos de extrema pobreza, que son ejemplos de superación”, asegura.
 
¿Cómo surgió el proyecto de World Project en Uganda? ¿Quién hay detrás? ¿Por qué en ese país y esa zona concretamente?
 
En 2013 tuve la suerte de poder diseñar el Proyecto Uganda 2013 para la ONG World Project, dirigiendo además su primera expedición en el país, dónde comenzamos trabajando en el orfanato Malayaka House así como en el Hospital de Entebbe, una de las ciudades más importantes. Aparte de la labor asistencial realizada, entablamos una relación de intercambio de formación con profesionales de la medicina y la enfermería, lo cual permitió que se mantuviera nuestra presencia durante todo ese año y hasta la actualidad, dándonos la oportunidad de introducirnos en la sociedad ugandesa, conociendo a multitud de instituciones, pequeñas asociaciones locales y gente muy proactiva en el ámbito sociosanitario. 
 
Uganda es un país que todavía necesita mucho trabajo para seguir desarrollándose, pero cuenta con una estabilidad política y una inquietud social ideal para poder establecer proyectos integrales y sostenibles.
 
En 2015 se enmarcó en el proyecto Island Mission Uganda. ¿En qué consiste este proyecto? ¿Cómo se sustenta? ¿Qué apoyos recibe?
 
World Project es una organización que apoya a otras asociaciones pequeñas a desarrollar planes de desarrollo social y sanitario. En esta línea, en los primeros contactos con el país, descubrió la asociación Island Mission Uganda, conformada por un grupo de personas que trabajaban con los escasos recursos con los que cuentan, para llevar la asistencia sanitaria básica a población de una isla en medio del Lago Victoria, la isla de Zinga.
 
Los habitantes de esta isla, en torno a las 12.000 personas, con un predominio importante de población infantil, carecían hasta este año, de un punto de asistencia médica o sanitaria. El objetivo de la asociación entonces fue recaudar fondos para poder construir una estructura básica donde ubicar una pequeña clínica, y ayudarles a dotarla del material necesario, así como de programas de formación sanitaria y colaboraciones asistenciales. 
 
Por el momento, Island Mission Uganda cuenta con pocos fondos económicos, que obtiene de socios colaboradores. El Ministerio de Sanidad Ugandés les proporciona algunos materiales y medicamentos y apoya sus iniciativas, pero es necesario para impulsar el proyecto, contar con aportaciones externas para avanzar en sus objetivos y cumplir unos mínimos de cobertura sanitaria a la población de Zinga.
 
¿Cuál es la realidad sanitaria de la población a la que atendéis?
 
Como comentaba, el porcentaje de población infantil de la isla es alto. La población vive en condiciones de extrema pobreza, la mayoría de las familias apenas cuentan con ingresos económicos fijos. Es una Comunidad dispersada en varias aldeas que subsiste, fundamentalmente, de la pesca y la agricultura. No cuentan con energía eléctrica, agua corriente o alcantarillado. La mayoría de los niños no tiene acceso a calzado o vestimenta, o esta está en muy mal estado. Esto no tendría mayor importancia si no fuese porque la población convive con desperdicios y basura, y el riego de infección es alto.
 
Por otra parte, llama la atención la altísima prevalencia del VIH en la zona. Una prevalencia mayor que en el continente. Encontramos, además: tuberculosis, una alta incidencia de malaria, micosis, parasitosis como la esquistosomiasis (que es endémica en casi todo el Lago Victoria), problemas de HTA crónica (no tratada), malnutrición y estados carenciales como la anemia, (especialmente feroz en mujeres embarazadas.)
¿Cómo surgió el proyecto personal de trabajar de voluntario en Word Project?
 
Todo empezó en 2012 cuando coincidí con Manuel Luque, enfermero, fundador y presidente de World Project, en una guardia de atención primaria de mi centro sanitario. Conectamos enseguida, quizá por compartir una forma muy parecida de entender la solidaridad, la cooperación y los principios fundamentales de nuestras profesiones sanitarias. Poco tiempo después, me propuso ayudarle a diseñar el proyecto Uganda 2013. Yo ya contaba con experiencia en una intervención de similares características en Haití y acepté encantado. 
 
De esta forma, ideamos un plan para captar profesionales voluntarios, comunicar los objetivos del proyecto en redes y demás medios de comunicación. Buscamos colaboraciones y planificamos una serie de expediciones quirúrgicas a terreno, para ir coordinando el envío de profesionales sanitarios, materiales necesarios allí e ideas frescas en cada una de las visitas. Yo abrí camino dirigiendo la primera de esas expediciones y contactando con líderes locales que nos ayudaron entonces a dar forma al proyecto y a orientarnos en la ejecución y localización de las actividades.
 
Después de aquel primer viaje vinieron muchas otras expediciones que contaron con equipos multidiciplinares de médicos, enfermeros, fisioterapeutas, odontólogos, ingenieros, arquitectos, entre otros. Tuvimos una gran suerte de poder contar con verdaderos profesionales, que enriquecieron mucho el proyecto y ampliaron el alcance de los objetivos que propusimos en un principio, mucho más allá de nuestras expectativas.
 
¿Cuál es la labor de un médico de familia en el proyecto? ¿Qué otro tipo de disciplinas son necesarias para poder desarrollar vuestra labor allí?
 
Mi labor como médico de familia es muy diversa. Es inevitable pensar que nuestra función más importante es la asistencial, es decir, diagnosticar y tratar enfermedades, pero en lugares donde la infraestructura es tan precaria y el nivel educativo y condiciones higiénicas están poco desarrollados, la educación sanitaria, prevención de enfermedades y promoción de la salud cobran un valor mucho más importante.
 
Por este motivo me gusta emplear mucho tiempo en conocer bien a la Comunidad. Visito los hogares para conocer sus costumbres, su gastronomía. Es fundamental entablar conversación con los líderes de los barrios, así como las instituciones locales, para conocer su realidad y necesidades de primera mano. Siempre planificamos visitas a los colegios y orfanatos para establecer intervenciones asistenciales que nos permiten conocer los casos más frecuentes y proponer programas de intervención  y mejora. Por ejemplo, proponemos cuidar la vestimenta y el calzado, fomentar la higiene personal, en especial la de manos.
 
El asesoramiento en nutrición también es muy importante. Recuerdo, como anécdota, que tras varios días atendiendo niños de un orfanato identificamos que era bastante frecuente ver casos de heridas sobre infectadas en los pies. Propuse al director del centro invertir más en zapatos que en antibióticos, haciendo hincapié en fomentar que los niños cambiaran sus hábitos y se acostumbraran a llevar los zapatos la mayor parte del tiempo (cosa que iba en contra de sus costumbres habituales). A los pocos meses, ya en España, recibí un mensaje de aquel director comentándome con alegría que ya apenas se daban casos de heridas infectadas ni de las complicaciones que  se derivaban de ellas. Algo sencillo y que nos puede parecer absurdo, quizá, pero un ejemplo muy significativo de que incorporar medidas básicas y sencillas de autocuidado y prevención, tienen un impacto determinante en la salud.
 
En otra ocasión, esta vez en Haití, me enfrenté a incontables casos de parasitosis intestinales que provocaban diarreas en el 80% de la población infantil de un campo de refugiados donde trabajaba. Al finalizar aquellos 15 días de campaña realicé un informe con diferentes propuestas para la ONG que lo gestionaba y, entre ellas, incluía la propuesta de instalar una potabilizadora de agua, a pesar de que en aquel lugar ya disponían de un pozo convencional.
Al año siguiente volví a una nueva campaña y pude constatar que la incidencia de cuadros de diarrea había disminuido a un 15%, gracias a la instalación de aquella depuradora.
 
Además de tu labor clínica en el proyecto, tienes una faceta documental de cada uno de los proyectos en los que estás implicado. En este caso concreto has creado la Exposición Island Mission Uganda «a través de los ojos de un médico», en la que recoges retratos de los pacientes atendidos y de otros beneficiarios del proyecto. Háblanos de esta exposición. 
 
Desde mi primera experiencia en la cooperación he sentido la necesidad de compartir mi experiencia y aprendizajes en todos y cada uno de los destinos. Muchos compañeros de profesión, y también amigos y familiares, me preguntan siempre por casos que veo, detalles de la experiencia vital, notas sobre la cultura y costumbres de estos lugares etc.  Creo que la tecnología audiovisual nos provee de unos medios inmejorables para poder contar lo que pasa en lugares como la isla de Zinga, en Uganda. 
Destinos que jamás saldrán en los medios de comunicación por que “no son noticia”, pero cuya población tiene mucho que mostrar y contar el resto de comunidades del mundo. 
 
Con mi exposición “Island Mission Uganda Seen by a Physician” pretendo mostrar la cara de los habitantes de Zinga, personas que viven en contextos de extrema pobreza, que son ejemplos de superación y cuentan con una sabiduría ancestral que les ha llevado a conservar su cultura de forma digna, a pesar de los escasos recursos y el aislamiento al que están sometidos.
 
Muchos de los personajes fueron mis pacientes en aquellos días de expedición, y otros simplemente vecinos y compañeros de los días que pasé en Zinga como un lugareño más en la aldea de Buganga.
 
La mayoría de las fotos son Retratos, que es la disciplina de la fotografía que más me interesa. Intento captar en ellos miradas, expresiones y matices de la «emocionalidad» de cada uno de los protagonistas del día a día en la isla. Además, en la exposición online se pueden encontrar algunos paisajes y otras escenas que me resultaron curiosas durante mi estancia en la clínica de Island Mission Uganda. Para los más interesados, la web cuenta con un blog donde cuento post a post la historia que hay detrás de algunas de las fotografías más destacadas. 
 
Como miembro de la Comisión Técnica de la Fundación de los Colegios Médicos para la Cooperación Internacional, ¿cuáles son los principales retos que consideras que tiene esta fundación para todos aquellas organizaciones y sanitarios que estáis desarrollando intervenciones en terreno?
 
Creo que es hora de que un país tan solidario como el nuestro, que cuenta con un importantísimo número de profesionales médicos muy bien formados,  también de las otras disciplinas sanitarias, que además, ha demostrado un alto compromiso con el sistema público de salud y cualquier iniciativa de colaboración en catástrofes humanitarias internacionales, cuente con las medidas adecuadas para que puedan poner en práctica todo ese potencial al servicio de un planeta mejor. 
 
Uno de los retos que tenemos delante es llegar a acuerdos con los servicios de salud de cada comunidad autónoma, para que cualquier profesional pueda disponer de un mínimo de días al año para colaborar en proyectos solidarios, sin que pueda suponer un perjuicio en sus condiciones laborales, económicas o profesionales. 
 
El mejor valor que tiene nuestro país son sus profesionales, y por este motivo, es lo mejor que puede ofrecer para colaborar con otros países en su desarrollo. La sanidad privada tampoco puede quedar exenta de este ideal, y la OMC, a través de la Fundación, debe promover que las entidades privadas también se impliquen en iniciativas solidarias invirtiendo tiempo y recursos para poder favorecer la implicación de sus mejores profesionales en proyectos de cooperación sanitaria.
 
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