viernes, abril 19, 2024

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Dr. Celso Arango: «La demanda que hay en los servicios de urgencias, en trastornos alimenticios, intentos de suicidio, etc., es significativamente mayor en infanto-juvenil que en la población adulta»

Con motivo de la celebración del día universal del niño, Médicos y Pacientes ha entrevistado al Dr. Celso Arango, jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría

El Dr. Arango aborda en esta entrevista las consecuencias que han tenido la pandemia y el confinamiento en la salud mental de los menores, y expone cuáles son las necesidades más urgentes en este ámbito, entre las que destaca la imperiosa importancia de crear un Plan nacional de prevención del suicidio.

 
Las consultas por ansiedad en menores han aumentado mucho desde la pandemia, ¿cuáles son las causas principales? 
 
La primera de todas es sin duda el confinamiento, luego hay otras como es el efecto directo del virus la muerte de familiares o los cambios. Fundamentalmente el confinamiento porque rompió lo esperable, sobre todo para los adolescentes, que tienden a proyectar el futuro y todavía no tienen la capacidad crítica y de relativizar de un adulto. 
 
La demanda que hay en los servicios de urgencias, en trastornos alimenticios, intentos de suicidio, etc., es significativamente mayor en infanto-juvenil que en la población adulta. 
 
¿Cuáles son las patologías más habituales en las unidades de psiquiatría infantil?
 
Estamos viendo que se ha incrementado con respecto a la línea basal son los trastornos de la alimentación, ya que el control de la ingesta ha sido una de las pocas cosas que los adolescentes han podido controlar en este período. En concreto, la anorexia nerviosa, ha sido una de las patologías que se han presentado con mayor frecuencia. 
 
Por otra parte, también se han dado trastornos afectivos debido a no poder salir, a sentirse perdidos en los estudios, en sus relaciones sociales, etc., que se han dado principalmente en mayores de 10 años y que en ocasiones han derivado en intentos de suicidio, que son los que han colapsado los servicios.
 
Además, también aquellos que ya padecían alguna enfermedad mental previa, como, por ejemplo, niños o niñas con autismo. Para ellos, cualquier cambio supone unas dificultades muy importantes, pues se trata de personas que necesitan unas rutinas y que no entienden por qué ahora no pueden continuar con sus actividades, por qué hay que llevar mascarilla, etc. 
 
Por último, hemos cometido errores que no pueden volver a suceder, por ejemplo, en España cerramos y abrimos a la vez todos los colegios, sin tener en cuenta a aquellos niños con necesidades educativas especiales, y que no tienen la misma capacidad de comprender el colegio a través del ordenador. Estos han perdido meses de aprendizaje, igual que ha ocurrido en atención temprana, en la que ya hay una ventana terapéutica es muy limitada. 
 
El suicidio es la primera causa de muerte de los jóvenes españoles que tienen entre 15 y 29 años, ¿a qué se debe? ¿Qué medidas se deben tomar de forma urgente para reducir este problema?
 
Es muy necesario un Plan nacional de prevención del suicidio, porque este se puede prevenir. El suicidio es un indicador de fracaso, y significa que todas las medidas anteriores han ido muy mal o no se han dado. Esa decisión se toma en un estado de trastorno mental. 
 
Por ejemplo, Dinamarca hace una década tenía de las tasas de suicidio más elevadas de Europa, sin embargo, ahora es de las más bajas, debido a la inversión que ha realizado el estado. Han intervenido desde los colegios de educación primaria con manejo de la frustración, mecanismos de prevención o de la empatía; con formación a los médicos de Atención Primaria, etc. Desde luego, es un logro enorme. 
 
¿Cómo pueden detectar los padres que su hijo o su hija necesita ayuda? ¿Se puede actuar antes de la aparición de ideación suicida? ¿A qué señales deben estar atentos tanto los padres como los educadores? ¿Qué síntomas pueden reconocer como alarmantes? 
 
Fundamentalmente cuando se dan cambios en los hábitos del menor que le afectan sustancialmente en lo social, en lo educativo o en lo familiar. Además, cualquier comentario sobre la muerte, la falta de ganas de vivir, etc., no debe minimizarse o banalizarse, ya que el 50% de los menores que se suicidan, han verbalizado esas ideas previamente.
 
¿Los hábitos de vida saludables guardan relación con la salud mental en la infancia y la adolescencia? ¿En qué medida?
 
Absolutamente, igual que hay factores de riesgo genéticos, biológicos, psico-sociales, socio-económicos, etc.; hay factores de resiliencia.
 
Hay una relación muy importante entre obesidad y depresión; el ejercicio, la dieta, el estar a gusto con uno mismo, …, son factores que disminuyen el riesgo de la incidencia y la aparición de trastornos mentales. 
 
Hace unos años se hablaba mucho de los trastornos de la alimentación, y usted comentó en una entrevista reciente a El Mundo que han aumentado los casos de ingresos por ideación suicida y por estos trastornos, ¿por qué ya no se habla de ello? ¿Cómo se pueden prevenir estas enfermedades? Y, ¿en qué momento deben los padres acudir a un especialista?
 
Se trata de un tema que hay que abordarlo, y hay que hacerlo bien. Para la vida pragmática de las personas, una formación y una educación en la que se hable de cómo afrontar los problemas, de cómo tener empatía con los compañeros, de cómo pedir ayuda, de cómo detectar signos tempranos de patologías, va a ser mucho más beneficiosa que ese aprendizaje teórico que poco les va a ayudar en el futuro.
 
Van pasando los siglos y estamos con una educación del siglo XIX, en el siglo XXI. Aquellos países como los nórdicos, que desde primaria tienen temas de salud mental o de educación sexual, ofrecen un aprendizaje mucho más práctico para la vida real de las personas. 
 
¿Cómo piensa que la creación de la especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia tendrá efectos directos en la mejora de estas situaciones?
 
Es fundamental, se trata de una deuda que hace décadas que teníamos en España. Hasta ahora, de los cuatro años de residencia de la especialidad de Psiquiatría, había que dedicar un tiempo mínimo de cuatro meses a Psiquiatría infanto-juvenil. Ahora, será una especialidad de cinco años, de los cuales cuatro se dedicarán a estas etapas, es decir, que se multiplica por dieciséis el tiempo de formación, que es lo que la UEMS exigía y que es lo que sucede en los países de nuestro entorno. 
 
De este modo, cuando acaben la especialidad, los profesionales tendrán la capacidad de tomar decisiones basadas en la evidencia y en la experiencia adquirida durante cuatro años. 
 
¿Dónde está el límite de la comunicación de estos casos o situaciones? Hay que hablar de ello, pero evitar el efecto llamada … 
 
Lo peor de todo es hablar mal de algo, por ejemplo, dar detalles de cómo se puede cometer un suicidio. Lo siguiente, es no hablar. Y lo siguiente, es hablar bien. Cuando uno habla bien y comunica que el suicidio se puede prevenir, que es una expresión de fracaso en la vida, al que se llega la mayoría de las veces a través de un trastorno mental, y además, una vez tomada la decisión se puede volver atrás, y sobre todo, cómo detectar de forma temprana los síntomas para ayudar a estas personas, contribuye de forma muy positiva a dicha prevención. 
 
Es verdad que es mejor no hablar que hacerlo mal, pero también es verdad que es mejor hacerlo bien y como hay que hacerlo, que no hacerlo. 
 
La empatía, la comprensión, el respeto a la diversidad, …, son aprendizajes que se adquieren, adaptados a la comprensión de cada etapa, desde edades muy tempranas y solo durante los primeros años de vida, después es muy difícil. 
 
En los estudiantes de Medicina, las cifras de burnout alcanzas un 37% en estudiantes. Además, un 41% presenta síntomas de depresión, entre el 20 y el 25% sufren ansiedad y un 11% tiene ideación suicida. ¿Por qué razones los profesionales de la medicina, ya desde su etapa de formación, presentan peores datos que la población general? ¿Cómo se puede tratar de evitar? ¿Qué medidas preventivas son más eficaces?
 
Tiene mucho que ver con las expectativas, porque se les truncan muchas de las que tenían. El hecho de ser estudiantes que siempre han estado al máximo nivel y con una máxima exigencia, esas pequeñas o grandes situaciones en las que las cosas no se cumplen como deberían, hace que se vengan abajo. 
 
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