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Dr. Carlos Gómez: “Cualquier persona puede ayudar a prevenir un suicidio si detecta a tiempo los signos de alarma de su familiar o de una persona cercana”

Con motivo del Día Mundial de Prevención del Suicidio, que se celebra hoy, 10 de septiembre, el suplemento de Médicos y Pacientes entrevista al Dr. Carlos Gómez Sánchez-Lafuente, especialista en psiquiatría e investigador, que reclama más esfuerzos para prevenir la conducta suicida en nuestra sociedad

En España se producen una media de 11 suicidios al día. La falta de profesionales de psicología, programas de salud mental o campañas de prevención son algunas de las causas que provocan que este problema del que durante muchos años no se ha hablado, siga. Además, se ha agravado mucho durante la pandemia de COVID-19.

 
“La sociedad no está diseñada para prevenir el sufrimiento. En edad infantil apenas se realiza educación emocional. El acoso escolar es un problema creciente que muchas veces es ignorado. Muchas personas tampoco reciben una atención adecuada para las patologías crónicas, tanto mentales como somáticas, que aumentan el riesgo de suicidio”, señala el Dr. Carlos Gómez.
 
¿Qué medidas son necesarias enprevención de conducta suicida?

La prevención de la conducta suicida no es fácil. Por un lado, son necesarios un mayor número de recursos de ayuda tanto en primera línea (urgencias, atención primaria), como incrementar el número de psicólogos en la población. También es importante medidas a nivel poblacional, como reducir el acceso a métodos letales (p. ej. armas de fuego, medicamentos), hablar sobre la conducta suicida de forma menos estigmatizante y culpabilizadora, o el entrenamiento de determinados puestos de trabajo que pueden ayudar en la detección de personas en riesgo de suicidio (p. ej. profesores, policías). Intervenciones encaminadas a reducir el estigma en torno al suicidio también ayudan.

¿Cómo se puede trabajar en la detección y manejo precoz?

Mejorar la detección pasa principalmente por incrementar la formación en torno a este tema tanto a nivel de los profesionales sanitarios como a otros niveles, como en las escuelas, a las fuerzas de orden público o personas que tengan un importante papel en una comunidad.

El manejo precoz requiere del establecimiento de sistemas de detección y coordinación que permitan que esas personas en riesgo puedan acudir lo antes posible a un profesional sanitario adecuadamente formado para abordar esta problemática.

¿Qué papel juegan los profesionales sanitarios y médicos de otras especialidades?

Los profesionales que están en primera línea de atención, como los médicos/as de familia, enfermeros/as de atención y primaria y personal de servicios de urgencias tienen un papel clave en la detección del problema y en ofrecer un apoyo inmediato, cercano y sincero que permita que la persona en riesgo adquiera un compromiso con la vida. Los profesionales sanitarios que tratan enfermedades crónicas y discapacitantes pueden establecer una relación con sus pacientes que sea un apoyo y que dé esperanza en caso de ser necesario.

¿Consideran que hace falta campañas de prevención y sensibilización?

La prevención y también la promoción de la salud ha demostrado excelentes resultados en la reducción no solo de conducta suicida, sino de casi todos los problemas de salud del ser humano.

La sensibilización es importantísima, ya que muchas personas en riesgo pueden no llegar a comunicar sus ideas o planes si perciben este tema como un estigma. Y para ello, transmitir la información en los medios de comunicación sin caer en prácticas culpabilizadoras y sensacionalistas podría ser un gran avance

¿Por qué no se habla del suicidio?

Hay varias razones a las que se atribuye este silencio. Tradicionalmente se ha temido que hablar de suicidio produzca un efecto contagio o un efecto llamada, que estimule la conducta suicida de otras personas, aunque en los últimos años hemos visto que hablar de forma adecuada de este tema ayuda a la prevención. Nuestra cultura también ha calificado el suicidio como moralmente inaceptable, atribuyendo una enorme culpa a la persona que realizaba una conducta suicida letal.

En su opinión. ¿Es necesario formar a la sociedad (entorno) y actores implicados en signos de alerta?

Sin ninguna duda. Cualquier persona puede ayudar a prevenir un suicidio si detecta a tiempo los signos de alarma de su familiar o de una persona cercana.

¿Es fácil pedir ayuda?

Para algunas personas puede llegar a ser fácil pedir ayuda. Pero para muchas otras es extremadamente difícil. Hablar de ideas de suicidio todavía está muy estigmatizado y muchas personas temen ser señaladas por su entorno por lo que optan por guardar silencio, lo que incrementa el riesgo de realizar una conducta suicida. Pedir ayuda es muchas veces el primer paso para frenar el paso al acto.

¿Cómo son los protocolos ante intentos o pensamientos de ideación suicida?

En general, los protocolos más completos comienzan por establecer un protocolo de entrevista clínica con preguntas dirigidas para detectar y evaluar las ideas de muerte y/o el intento de suicidio. Si el profesional que realiza esta detección está entrenado, en una entrevista relativamente breve puede detectar la existencia de ideas de suicidio y estimar el riesgo de paso al acto. En caso de que exista un riesgo inminente o haya habido un intento de suicidio, la persona es atendida por un profesional de salud mental, que establece un plan de seguridad con la persona o decide un ingreso hospitalario en caso de que el riesgo sea muy alto.

En caso de que el paciente sea dado de alta, es vital establecer una correcta continuidad de cuidados. Por ejemplo, en la actualidad funcionan varios programas que llaman a la persona 24-72 horas después del intento para monitorizar su estado. En otros casos, se garantiza una cita de seguimiento en menos de 7 días. También hay programas específicos para personas en riesgo de suicidio.

¿Qué opina de las actuales medidas de prevención y el teléfono 024?

Por ahora, las medidas de prevención son escasas y en muchas zonas de nuestro país no están implementadas. El 024 puede ser un gran avance, pero su inicio no ha sido todo lo ideal que cabría esperar, aunque aún es pronto para evaluar su efectividad.

¿En qué estamos fallando como sociedad para que se produzcan una media de 11 suicidios al día en España?

Por no extenderme mucho, diré que la sociedad no está diseñada para prevenir el sufrimiento. En edad infantil apenas se realiza educación emocional. El acoso escolar es un problema creciente que muchas veces es ignorado. Muchas personas tampoco reciben una atención adecuada para las patologías crónicas, tanto mentales como somáticas, que aumentan el riesgo de suicidio.

¿Por qué aumentaron el número de suicidios durante la pandemia? ¿Qué grupo de edad tuvo la tasa más alta?

Durante la pandemia aparecieron o se intensificaron factores de riesgo del suicidio como la propia COVID, la soledad, los conflictos con la pareja o la familia derivados de los confinamientos, aumentó la vulnerabilidad económica. También frenó en seco el desarrollo vital, algo que es especialmente crítico en la edad infantil y adolescente, lo que ha derivado en un brutal incremento de trastornos mentales en estos tramos de edad.

En números brutos, las personas entre 40 y 60 años tienen la tasa de suicidio más alta. Durante la pandemia aumentó especialmente el suicidio en mujeres en edades medias de la vida, en las personas mayores de 80 años y en las personas jóvenes.

¿La reciente normalización para hablar de salud mental ha hecho que haya aumentado el número de personas que pide ayuda?

No creo que podamos hablar de normalización todavía. Se han hecho avances pero aún hay bastante estigma en torno a los problemas de salud mental. Todos estos avances posibilitan que más personas pidan ayuda. Sin embargo, España sigue siendo uno de los países con menores tasas de profesionales de salud mental de Europa y está ocurriendo que muchas personas no están recibiendo ayuda por falta de profesionales.

¿Qué patologías están asociadas a mayor riesgo de suicidio? ¿Hace falta investigación?

Tradicionalmente parecía que padecer un trastorno mental, como depresión, ansiedad, esquizofrenia… eran los únicos factores de riesgo de suicidio. Sin embargo, a día de hoy, sabemos que padecer una enfermedad crónica e incapacitante, especialmente aquellas patologías que implican dolor, como las patologías osteoarticulares, las neoplasias, o las enfermedades cardiovasculares también aumentan el riesgo. También ocurre con las patologías para las que hay importantes barreras para el tratamiento, como el VIH. El consumo de sustancias, entre ellas el alcohol, también es un factor de riesgo muy importante en la conducta suicida.

La investigación es necesaria porque a día de hoy no entendemos plenamente todo lo que envuelve la conducta suicida.

Los médicos, con alta tasa de suicidios, disponen de un programa PAIME para pedir ayudar. ¿Considera que pueden ser referentes para romper el tabú y estigma?

Este programa es de gran ayuda para muchos profesionales médicos. Sin embargo, aún hay numerosos profesionales que no lo conocen o no saben cómo acceder. Las acciones llevadas a cabo recientemente para mejorar la comunicación en torno a temas de salud mental pueden contribuir a mejorar la accesibilidad y ser un referente a la hora de ayudar todas aquellas personas que lo requieran.

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