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Dr. Almudí: “El médico de familia debe asumir el liderazgo con el que se pretende que desempeñe el papel de principal gestor de cada proceso clínico”

El presidente del Colegio de Médicos de Valladolid, el Dr. José Luis Almudí Alegre, protagonizó la conferencia “Desde Alma-Ata hasta nuestros días; 40 años de Atención Primaria. ¿Es el momento de un cambio del modelo asistencial?”, que pronunció en el marco de la celebración de la última reunión del Club de Opinión Santiago Alba

Durante su intervención, el Dr. Almudí hizo un repaso del pasado de nuestro actual Sistema de Salud. Así, hizo hincapié en el hecho de que el ejercicio de la medicina de finales del Siglo XIX y principios del XX no contaba con medios diagnósticos ni terapéuticos avanzados, por lo que la práctica era más bien conservadora, dedicándose mucho tiempo a la visita domiciliaria, lo que indujo el término de “médico de cabecera”.

Los exiguos recursos, el modelo asistencial individualista y aislacionista caracterizaron este modelo de asistencia, sobre todo en el ámbito rural. Las retribuciones dependían de los ayuntamientos y en muchos casos eran escasas, se completaban fundamentalmente con la consulta privada y las igualas, mejoraron con la adscripción de los afiliados a la Seguridad Social.

Esta situación perduraría hasta la extensión del actual modelo de Atención Primaria, con la creación de los Centros de Salud, cabeceras de sus respectivas Zonas Básicas de Salud, donde además de la asistencia sanitaria ordinaria, se concentró la atención de las Urgencias.

Con la Ley del Seguro Obligatorio de Enfermedad de 1942 y la Ley de Bases de la Sanidad Nacional de 1944 se crea la asistencia médica ambulatoria en España, diseñada para la prestación de una atención médica individual, curativa o reparadora, en un principio en las consultas propias de los médicos generales y posteriormente se extiende desde la década de los 50 con la construcción de ambulatorios de especialidades y de consultorios de medicina general y pediatría.

Este tipo de asistencia prestada en los ambulatorios orientada a la curación o reparación era a todas luces incompleta ya que no permitía que el médico general o el pediatra tuvieran competencia sobre los problemas de salud que eran derivados desde el primer momento a la atención de los especialistas y dotaba a su actividad de actos de un bajo nivel científico.

El presente. De Alma-Ata hasta la actualidad

La Conferencia de Alma-Ata de 1978, celebrada en Kazajistán, supone una inflexión en la forma de concebir la sanidad. 

La OMS decide impulsar políticas sobre la Atención Primaria de Salud y se recoge el derecho de todos los ciudadanos a la protección de la salud. La declaración compromete a los Estados a organizar y tutelar la salud pública mediante medidas preventivas, las prestaciones y servicios necesarios, así como el fomento de la educación sanitaria. 

Los médicos de Atención Primaria pasan a trabajar con horario completo, en exclusiva, y con el compromiso del trabajo en equipo; la formación es mucho mayor, y los esfuerzos se dirigen no sólo a la curación, sino también a la prevención y a la promoción de la salud. 

La creación del Sistema Nacional de Salud (S.N.S.) por la Ley 10/1986 de 25 de abril establece que todos los Centros y Servicios Sanitarios Públicos ubicados en el territorio de una comunidad se incorporaran e integraran en el Servicio Autonómico de Sanidad evidentemente con el mismo personal y el régimen jurídico que cada uno ostenta. 

A partir del año 1981 se inicia el proceso de descentralización de las competencias sanitarias desde el Estado a las Comunidades Autónomas. 

Desde el inicio del nuevo modelo de Atención Primaria en España hace ya casi de 40 años, el impulso en la mejora de la calidad de los servicios prestados condujo a un aumento de la satisfacción y la confianza de los pacientes con sus médicos de Atención Primaria junto con un incremento de la autoestima de los profesionales y la consideración de la Atención Primaria.

“La mayor dedicación lleva a mejorar la atención a los pacientes, pero, aun así, persiste la desconfianza, de la administración y los colegas hospitalarios, y en cierto modo, también de la población, imbuida en la cultura de que solo el especialista hospitalario puede resolver de una manera efectiva sus problemas de salud. Esta desconfianza, basada en motivos históricos, conduce a que todo el esfuerzo de mejora del Sistema Sanitario se vea lastrado por la mala comunicación, o mejor, por la incomunicación absoluta, entre la Atención Primaria y la Atención Hospitalaria”, señaló el Dr. Almudí en un punto de su discurso.

La Atención Primaria como parte integrante del Sistema de Salud juega un papel fundamental como primer nivel de contacto, caracterizándose fundamentalmente por la accesibilidad, la atención integral e integrada, continuada y longitudinal, comunitaria y participativa, debiendo ejercer el papel de gestor de recursos y procesos que garanticen la continuidad asistencial, responsabilizándose a través de la longitudinalidad de la relación profesional-paciente y la continuidad, aunque en la realidad en muchos casos el papel que se espera es el de porteros (gatekeeper) que actúan consciente o inconscientemente como filtro de acceso a otros niveles. 

“Los dos conceptos, longitudinalidad y continuidad, hacen referencia a la conexión entre las actuaciones en diferentes niveles y por distintos profesionales son fundamentales para garantizar una atención eficiente y de calidad, necesitan fuertes vínculos entre los profesionales de Atención Primaria y los pacientes en el primer caso y de conexión con los otros niveles en el caso de la continuidad, para la atención a los procesos y problemas de salud”, incidió el Presidente del Colegio de Médicos.

Aunque en las últimas décadas se han producido importantes trasformaciones y un importante salto cualitativo en Atención Primaria, la comunicación y la falta de diálogo es el eje en el que pivotan parte de los problemas. Las expectativas que se plantearon en un primer momento tras la fase inicial de implantación en la década de los 80 se han convertido en un cierto desánimo. 

“Evidentemente a la vista de los problemas detectados, las soluciones pasan necesariamente por iniciativas de integración mediante la mejora de la comunicación entre los dos niveles, con herramientas y procedimientos que faciliten una gestión integral del paciente favoreciendo la continuidad asistencial”, aseveró el ponente.

El futuro. Del desencanto a la reforma del modelo asistencial

El médico de familia apuntó su preocupación sobre el futuro de nuestro sistema sanitario. Aseguró que, “si las cosas siguen funcionando es, simplemente, por el compromiso de los profesionales con sus pacientes”, pero no porque la Atención Primaria ocupe el puesto que merece en el SNS.

“No podemos seguir hablando de la importancia de la Atención Primaria y del papel de gestor y puerta de entrada  del sistema sanitario, cuando no gestionamos un presupuesto, solo administramos, no actuamos coordinadamente con el segundo nivel, no tenemos capacidad de compra de servicios al nivel hospitalario, y por lo tanto no podemos exigir unos estándares de calidad; algo que cambiaría el ‘status’ del Hospital respecto a Primaria y mientras tanto, se nos sigue midiendo fundamentalmente  por el consumo de recursos, no por resultados de salud”, denunció.

Según su visión, “esto solo puede cambiar con nuevas formas de gestión descentralizada que y sean lideradas por  profesionales convencidos de que es la oportunidad, tanto para los Equipos de Atención Primaria como para los Servicios o Unidades Hospitalarias con un cierto desarrollo previo en su organización y profesionales comprometidos, de mejorar sus resultados con un modelo de organización más horizontal, menos rígido, con mayor grado de autonomía, con alianzas estratégicas entre niveles y con la posibilidad de obtener estímulos no solo económicos, ligados a los resultados de salud de nuestra población y no a la utilización de recursos”.

El Dr. Almudí finalizó su intervención recordando que “el médico de familia debe asumir el liderazgo con el que se pretende que desempeñe el papel de principal gestor de cada proceso clínico, con una conexión fluida con el médico el hospital debiendo compartir ambos especialistas una visión integral del paciente. El hospital queda como ámbito de conocimiento especializado, pero no como base del modelo asistencial”.

“Los médicos de familia debemos trabajar desde la perspectiva de la cercanía, la humanidad y la empatía en la relación médico-paciente, no se puede ser un buen médico solo con los conocimientos”, añadió.

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