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Dr. Alfonso Vidal: África: El Dolor Del Mundo

 

El Dr. Alfonso Vidal, especialista en anestesiología y terapia del Dolor en el Hospital Sur de Alcorcón, aborda en el blog «Diagnostrum» las diferentes experiencias de dolor en países occidentales respecto a los países en desarrollo donde existen situaciones dramáticas a diario

 

Madrid, 23 de enero de 2014 (medicosypacientes.com)

El autor de esta reflexión, que basa en experiencias de algunos compañeros médicos voluntarios y cooperantes, cree que un mundo sin dolor es posible «si nos empeñamos», un objetivo compartido por la Fundación Red de Colegios Médicos Solidarios de la OMC.

África: El Dolor del Mundo

Muchas veces, cuando comenzamos el curso, pregunto a los alumnos, ¿Qué es el dolor? Los alumnos atentos o aventajados, se apresuran a recitar la definición académica de la IASP o a expresarlo en los términos científicos, como percepción, sensación desagradable, molesta, etc.

Pero cuando insisto en la pregunta, que es el dolor para vosotros, e interrogo sobre la experiencia personal de cada uno de dolor, casi siempre se queda en pequeñas lesiones deportivas, alguna cirugía y sobre todo, problemas menores, indigestiones, dismenorreas, cefaleas, dolor de muelas…

Vaya por delante mi respeto a esos dolores, y la lógica de que los alumnos son personas jóvenes y sanas. Su experiencia del dolor es muy limitada, en gran medida por nuestra forma de vida y por la opulencia de nuestra sociedad y nuestro sistema sanitario.

¡Qué diferencia con otras experiencias de dolor…!

A esta reflexión me ha ayudado mucho la experiencia de compañeros como el Dr. Beleña en Turkana, o lecturas como las de las de la campaña de Goundi de Isabel Rodríguez. Compañeros llenos de abnegación y generosidad, como muchos otros, que tratan de acercar los excedentes de nuestra sociedad a otras carentes de todo.

Cuando pensamos en estos compañeros, parecen ser de una especie de hermandad secreta, tienen un brillo en los ojos muy especial, puede que nacieran con él, o quizá se les haya pulido en el crisol de unas experiencias irrepetibles en nuestro «mundo».

Recuerdo el relato del caso de una niña con una herida por picadura de serpiente de varios días de evolución. Acudían de una aldea a varios kilómetros de distancia, con el pie envuelto en una bolsa, al abrir un olor nauseabundo y un pie descarnado, séptico, apenas los huesos y la piel en partes.

Observando impávida su herida y las maniobras de los médicos sin pestañear. La amputación como medida terapéutica y el tratamiento antibiótico de complemento.

O aquella del paciente que acudió desde 180 kilómetros que  llegó cuando casi iba a terminar la campaña para tratarse una úlcera en un pie (Caminando) porque era la única posibilidad en un año para ser atendido en un área sin ninguna asistencia especializada. Dolor descarnado, nunca mejor dicho.

Y mientras reflexionaban sobre esto, tres heridos de bala en un ataque a un autobús. Un bebé grave, con un pie destrozado, otro herido en un brazo con una herida de bala y la madre de ambos herida en el abdomen y en los brazos que sujetaban al bebé.

Si la vida y la pobreza son terribles enemigos en ese continente, no lo son menos los intereses que perpetúan guerras y devoran a sus hijos como un Saturno enloquecido.

Como decía un compañero, cuando acudes a África tienes que limitarte a ayudar cuanto puedas a los que puedas. No puedes ayudar lo que querrías ni desde luego a todos los que lo necesitarían.

Toda una vida no es suficiente para afrontar el esfuerzo necesario, pero si podemos afrontarlo sumando nuestros esfuerzos. Estoy seguro que dedicando un poco de nuestro conocimiento, o de nuestros recursos, a ayudar, a enseñar, a concienciar, mejoraría las condiciones de vida de muchos y quizá nos diera un poco de ese brillo especial de la mirada de los miembros de las ONGs.

No es África el único lugar del mundo donde existen desigualdades. En las fronteras del primer mundo se agolpan los cadáveres de los que intentan a la desesperada, no ya cambiar de vida, sino tener alguna opción de sobrevivir.

El «Mare Nostrum» se tiñe de rojo a diario de los náufragos, que emprenden un viaje sin destino cierto, pero en América la frontera de Estados Unidos y México está plagada de ejemplos semejantes.

Qué decir del sudeste asiático, o de los países árabes y las poblaciones de asiáticos que malviven en ellas. Otro mundo, sin dolor, es posible si nos empeñamos.

Enlace blog http://blog.diagnostrum.com/2014/01/20/africa-el-dolor-del-mundo/

 

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