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Con la crisis, la ayuda en cooperación con el  Sahara se ha reducido un 60%

Con la crisis, la ayuda en cooperación con el Sahara occidental se ha reducido un 60%; la aportación de la Agencia Española de Cooperación ha disminuido en 2 millones de euros y siete comunidades autónomas, que aportaban ayudas han dejado de hacerlo, todo ello clave para una población de 172.000 saharauis refugiados en Argelia que vive de la cooperación internacional, en especial, de la ayuda española

 

Madrid, 13 de noviembre de 2013 (medicosypacientes.com)

Así lo ha puesto de manifiesto el Ministro de Cooperación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Mujtar, en una entrevista para Médicos y Pacientes con motivo de la visita que realizó una delegación de la Organización Médica Colegial (OMC) a los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf (Argelia), en el marco de una acción de cooperación en materia sanitaria con el gobierno de la RASD y, en especial, con los profesionales sanitarios.

En esta entrevista, el Ministro saharaui de Cooperación explica las reducciones que se han producido en cooperación y que se evidencian también en la considerable disminución de las caravanas de solidaridad que permanentemente viajan a Tinduf o en el programa de vacaciones de los niños saharauis a España, que ha pasado de 10.000 a 5.400 niños. Una realidad  que está provocando graves problemas de desnutrición y la vuelta de enfermedades que se consideraban desaparecidas.

El ministro habla también del proceso de libre determinación que, desde que los saharauis fueron expulsados del Sahara hace 40 años como consecuencia de la invasión marroquí y mauritana, sigue bloqueado y alerta del peligro que supondría un nuevo foco de tensión en el norte de África como consecuencia del estancamiento del proceso de paz.

P.- La crisis económica ¿ha hecho mella en la cooperación internacional con el Sahara?

R.- El impacto de la crisis en la población saharaui es enorme porque ha sido multiforme. Se ha notado en salud, en educación, en el agua, en el medio ambiente… Es un impacto grande porque, solo en la cooperación descentralizada, los recortes han sido de un 60%. Como consecuencia de estos recortes han resurgido enfermedades que ya pensábamos que habían desaparecido, como es el caso de la anemia en los niños menores de 5 años y en las mujeres embarazadas.

También se ha notado en la educación. La mayor parte de nuestras escuelas se están viniendo abajo, por falta de rehabilitación. Estamos acostumbrados a que, cada año, se rehabiliten cuatro, cinco o seis escuelas, y llevamos ya tres años sin rehabilitar ninguna por falta de recursos.

El impacto de la crisis se ha notado también en la falta de medicamentos para enfermedades crónicas, como la hipertensión y la diabetes. Este impacto es real y palpable, sobre todo, en la ayuda que viene de España porque es nuestro primer proveedor, de donde recibimos más ayuda humanitaria, tanto a nivel de Gobierno central, como a nivel de las diferentes comunidades. Sin embargo, por desgracia, este año 2013, hay siete comunidades que no han aportado absolutamente nada a diferencia de lo que pasaba en años anteriores.

P.- ¿En qué otras partidas o programas se ha resentido la cooperación?

R.- Una de ellas, ha sido la ayuda de la Agencia Española de Cooperación que en 2013 ha contribuido con dos millones de euros menos que en  2012 para los saharauis. Eso es mucho dinero para una población refugiada.

Otro impacto de la crisis se nota, por ejemplo, en la reducción de las caravanas de solidaridad. Nosotros estamos acostumbrados a recibir dos caravanas anuales, con más de 100 vehículos cada una. Sin embargo, las últimas dos caravanas, eran de 19 y 42 vehículos respectivamente. Y esto, evidentemente, repercute en la ayuda humanitaria.

Y también ha repercutido en el programa de vacaciones para los niños saharauis que pasan en verano en España. En 2010, fueron a España 10.000 niños y, este año, han ido 5.400. Lo peor es que nadie sabe cuántos niños irán el año que viene.

P.- En la reducción de las caravanas ¿ha podido influir, además de la crisis, la inseguridad por  el último secuestro de cooperantes?

R.- Creo que el secuestro no ha tenido mucha repercusión, porque el secuestro se liga más a la presencia en los campamentos de los expatriados. Al principio, hubo una reacción bastante fuerte del Gobierno español cuando el ministro Margallo pidió a los cooperantes que salieran de la zona. Pero, a medida que ha ido mejorando la seguridad, han ido volviendo poco a poco. Hoy en día, yo estoy orgulloso de que todas las ONGs  con proyectos en los campamentos saharauis están aquí, y tienen uno o más expatriados viviendo en los campamentos. Está claro que las reducciones son por causa de los recortes y de la crisis.

P.- ¿En qué punto se encuentra el proceso de paz? ¿Hay indicios claros de alcanzar una solución?

R.- Hay un proceso de paz llevado a cabo por las Naciones Unidas desde el año 92, basado en unas negociaciones para una solución política que respete el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Pero esto, es más bien en teoría porque, en práctica, llevamos 22 años esperando. No ha habido conversaciones directas con Marruecos desde hace más de 18 meses. El representante del secretario general de la ONU estuvo aquí hace una semana y no ha aportado ningún dato nuevo y no tenemos fecha para las próximas conversaciones. Se nota una fuerte intransigencia marroquí, naturalmente apoyada por países como Francia y el Gobierno español, que, por desgracia,  no quieren que se resuelva este tema y nosotros no vemos ningún avance en el Polisario. Por eso nos preocupa mucho esta parálisis de este proceso de paz. No nos gusta y podría tener malas consecuencias.

P.- Ustedes llevan 40 años afrontando con infinita paciencia esta situación, pero    ¿qué piensan los jóvenes ante este bloqueo del conflicto?

R.- Los jóvenes están sin trabajo, sin perspectiva, sin futuro, y no ven que este proceso de paz avance. Y es muy humano y natural que un joven de 25 años o un poco más esté viendo que su vida esté pasando sin poder hacer absolutamente nada para cambiar esta situación. Por lo que hay una frustración cada vez mayor y nadie sabe a lo que nos podría conducir esta frustración. Solo esperamos que las grandes potencias comprendan nuestras ansias de resolver pacíficamente este conflicto, que nos ayuden a encontrar una solución basada en el derecho internacional, en el respeto a nuestro derecho a la autodeterminación que es lo que exigimos,  y que no dejen que esto se complique y radicalice porque creo que no interesa ni a los saharauis ni a Marruecos, ni a España, ni a Europa. El resurgimiento de un conflicto a las puertas de Europa, con todo lo que eso supondría en materia de inmigración y demás, no está en el interés de nadie. Por lo que se puede apoyar tranquilamente el plan de paz de la ONU, poner presión sobre el régimen marroquí para que negocie de manera seria una salida definitiva a este conflicto.

P.- Independientemente de sus deseos y de su determinación, ¿esa juventud frustrada podría actuar contagiada por esos movimientos de la primavera árabe?

R.- Es natural que una frustración no curada pudiera llevar a una gran canalización. Los jóvenes podrían exigir el resurgimiento de la lucha armada. Pero, ¿convendría eso a Europa, a Estados Unidos y Marruecos? No lo creo. Estamos intentando resolver conflictos en todas partes, no crear conflictos. Y sobre todo un conflicto cuya resolución está basada en el derecho y en la legalidad internacional. Para nosotros, es sencillo resolverlo, siempre y cuando haya voluntad por parte de Marruecos y de las grandes potencias del Consejo de Seguridad. De ahí nuestra exigencia de que se le de un poco más de interés a este conflicto. Esta solución está en mano de las grandes potencias.

P.-¿Han tenido últimamente contactos tanto con el Gobierno español como con el Gobierno marroquí?

R.- Con España tenemos contactos con el Gobierno actual, como tuvimos con el Gobierno anterior. El problema es que esos contactos no conducen a nada; son promesas cuando se está en la oposición que no se materializan cuando se llega a la Moncloa. Este es el problema del Gobierno de España, independientemente de quien esté en la Moncloa.

Con Marruecos las relaciones que tenemos son a través del responsable de Naciones Unidas para este tema que es Christopher Ross, y hace más de 18 meses que no conversamos con Marruecos.

P.-¿Qué solución le ve a esta situación?

R.-Yo creo que hay que tomar conciencia del peligro que supondría un nuevo foco de tensión en el norte de África. Si las grandes potencias y los más próximos toman posición en este caso, si toman conciencia de este posible foco de tensión y basados en que su solución es conforme al derecho internacional, yo no veo otra alternativa que ponerle presión a Marruecos para que acepte una salida negociada a este conflicto que respete el derecho de los saharauis.

P.-¿Si tuviese ocasión de ver al ministro español de Asuntos Exteriores, qué le diría?

R.- Yo le diría que entre el pueblo saharaui y el pueblo español existe una comunidad de historia, de cultura, de idioma; que sería vergonzoso que un Gobierno español, democráticamente electo, no tenga eso en cuenta para juntar a los dos pueblos.

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