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Ana Isabel Castillo: “Por culpa de la talidomida no me he atrevido a ser madre, no me siento capacitada”

“Por culpa de la talidomida no me he atrevido a ser madre, no me siento capacitada”, según expuso Ana Isabel Castillo, una de las afectadas por este medicamento en España, que quiso participar con su testimonio vital en la Jornada organizada por la Asociación de Víctimas por la Talidomida en España (AVITE) y la Organización Médica Colegial (OMC) con el objetivo de conocer la realidad de esta personas y reclamar los mismos derechos que el resto de afectados en Europa.

Josefina Mompeo, Mariano Garmendia, Ana Isabel Castillo, Luisa Torrijo y Manuel Bioque ofrecieron sus valientes testimonios con el fin de relatar su difícil realidad a causa de este medicamento que les ha impedido disfrutar de cosas cotidianas y naturales para el resto de personas como son dar el pecho a sus bebés o enseñar a montar en bicicleta a sus hijos.

Manuel Bioque, profesor jubilado de un Centro Especial para discapacitados, casado y padre de una hija, tiene malformaciones en los brazos y las manos, unas secuelas que le han impedido enseñar a su hija a montar en bicicleta porque “no era capaz de seguirla y sujetarla – dijo – o realizar otras actividades normales para el resto de la población”.

Bioque relató con emoción que convivir día a día, con las consecuencias de este medicamento le quitado “muchas cosas simples que terminan haciendo un gran todo en situaciones del día a día como vestirte o asearte” y expresó su dolor porque su madre tenga que volver revivir todo este proceso porque “aún no se haya hecho justicia”.

Luisa Torrijo, también con malformaciones en brazos y manos, es ama de casa y tiene dos hijos. Para ella una de las consecuencias más duras que ha sufrido a causa de la talidomida fue no poder dar el pecho a sus hijos “a pesar del apoyo de médicos y enfermeras para poder buscar un postura correcta ,no fue posible cogerles físicamente con corrección” – afirmó. 

Luisa aprovechó la ocasión para rendir un homenaje a los padres de todos los afectados por la talidomida por “el amor, cuidados recibidos y sobre todo por la total dedicación que han tenido por nosotros”.

Ana Isabel Castillo, trabajadora del centro de coordinación del 112 de Madrid, dijo que por culpa de la talidomida “no me he atrevido a tener hijos porque no me siento capacitada”.  Ana Isabel tiene un grado de discapacidad del 86% debido a sus malformaciones en brazos y piernas “apenas puedo tenerme en pie por mí misma ¿Cómo voy a sujetar a un bebé?, es imposible” – lamentó.

Explicó a los presentes que para poder llevar una vida autónoma necesita una prótesis para su pierna. Esta prótesis – dijo –  “tiene un coste elevado y una vida limitada” y denunció la situación que viven los afectados españoles porque “no tenemos ningún tipo de reconocimiento ni ayudas para este tipo de necesidades, que son básicas para llevar una vida normal, esto provoca que seamos dependientes de las ayudas de la Seguridad Social que ahora mismo están paradas”, por lo que reivindicó a las autoridades competentes que desbloqueen estas negociaciones, “nuestra calidad de vida depende plenamente de estos acuerdos” – zanjó.

Sobre lo que le ha quitado la talidomida a su vida aseguró que además de renunciar a la maternidad, “me ha impedido llevar una vida normal, sin miradas de lástima o rechazo”.

Mariano Garmendia, delineante y padre de dos hijas, sufre también las consecuencias de este medicamento en piernas y brazos; actualmente se encuentra inmerso en el proceso de solicitud del certificado de discapacidad “que no me quieren dar”.

En línea con sus compañeros dijo que la talidomida le impide realizar muchas pequeñas cosas que conforman “un gran todo” a la hora de llevar una vida normal y resaltó el amor y dedicación de los padres de todas las víctimas a los que también quiso agradecer “de corazón” todo lo recibido.

Finalmente, Josefina Mompeo, en silla de ruedas debido a sus malformaciones en piernas, brazos y vértebras, y con incapacidad absoluta reconocida, aseguró que la talidomida le ha quitado demaisadas cosas en la vida. “Desde pequeña se me consideró el pecado que habían cometido mis padres” y recordó con especial pesar no poder ir al mismo colegio que sus hermanas, porque “no me aceptaron”.

Relató con dureza como su escolarización se llevó a cabo en el Hospital Asilo de San Rafael junto con niñas afectadas por la polio y otras enfermedades, algunas de las cuales eran enviadas a orfanatos porque sus padres las rechazaban y otras, incluso fallecieron, “fue una época muy dolorosa y para esto no hay perdón” – concluyó.

 

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