viernes, marzo 29, 2024

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2ª Parte/ Dra. Carolina Rivas: «La formación es imprescindible para trabajar en proyectos de desarrollo, hay que querer ayudar pero también saber cómo hacerlo»

La doctora Carolina Rivas, es médico especialista en obstetricia y ginecología y cooperante en diferentes países del mundo afirma que «la formación es imprescindible porque para trabajar en proyectos de desarrollo no basta con tener voluntad o ganas, hay que querer ayudar pero también hay que saber bien cómo hacerlo», en una entrevista que recoge el boletín de la Fundación Red de Colegios Médicos Solidarios de la OMC

CONTINUACIÓN ENTREVISTA

Chad y Vietnam, dos realidades aparentemente muy diversas pero que seguramente tengan elementos comunes que repercuten directamente en las políticas de salud nacionales. ¿Qué puntos en común ha encontrado, a partir de su experiencia entre estas realidades aparentemente tan diversas?

A pesar de no conocer ninguna de estas dos realidades en profundidad, he de decir que sí he encontrado muchas diferencias entre estos países. Aunque ambos países sufren una falta de medios económicos disponibles para políticas sanitarias, éstas están mucho más desarrolladas en Vietnam, país emergente de renta media que está avanzando mucho en los últimos años y que tiene una red sanitaria bastante extensa. Por el contrario, en Chad estas políticas son prácticamente inexistentes y la escasa asistencia que hay viene principalmente de la mano de organizaciones sin ánimo de lucro.

A pesar de estas enormes diferencias, una similitud podría ser que en ambos ámbitos (aunque cada uno a su manera) la mujer continúa en un estado de inferioridad frente al hombre en muchas esferas de la vida, con limitado poder respecto a su propia salud reproductiva y con situaciones como la poligamia en Chad o la obligación social de las mujeres de abandonar su hogar al casarse y pasar a formar parte de la familia del marido en Vietnam.

En Chad además de dar asistencia médico-quirúrgica en la sección de maternidad del Hospital Le Bon Samaritan, tuvo la oportunidad de impartir clases prácticas a estudiantes de medicina.  ¿Qué diferencias encontró entre su formación y la que tuvo usted aquí en España?, en su opinión, ¿A qué dificultades se enfrenta un profesional médico en el contexto chadiano, en este caso? ¿Ve algún paralelismo con el profesional médico en Vietnam?

Las diferencias entre la formación en Chad y en España son innumerables. En el hospital Le Bon Samaritain de N´djamena se encuentra la única facultad de medicina del país, donde los estudiantes están becados gracias a la organización «Misión y Desarrollo para Goundi» del cirujano catalán Mario Ubach y su mujer, la enfermera Isabel Vila. En Chad no hay suficientes especialistas médicos ni doctores para impartir las clases teóricas, así que la mayoría son llevados desde Europa, y los cooperantes que acuden durante algunos meses son los que se encargan de dar la formación práctica a los estudiantes. Además, tanto los estudiantes de medicina como los profesionales médicos en Chad tienen que enfrentarse a la falta de medios, a bajos salarios y a las creencias tradicionales y culturales que llegan a suponer una barrera para la correcta atención de los pacientes.

En Vietnam, sin embargo, la formación médica está mucho más institucionalizada y desarrollada, con diferentes universidades y programas de especialización médica, aunque problemas como la barrera socio-cultural o los bajos salarios que empujan a los médicos a la medicina privada o a emigrar podrían ser similitudes entre ambos países.

Desde hace tiempo se habla de un éxodo de médicos y enfermeros de los países emergentes hacia occidente. Hasta el punto de que en la 63ª Asamblea Mundial de la Salud, se presentó un  código de prácticas mundial de la Organización Mundial de la Salud sobre contratación internacional de personal sanitario. Ante esta situación de inequidad en la distribución y en las condiciones de trabajo de los profesionales médicos en el mundo, cabe preguntar  ¿Qué le han enseñado los profesionales médicos chadianos y vietnamitas a usted?, ¿Cuáles considera sus mayores fortalezas?

Este es un tema muy delicado ya que la mayoría de las personas que colaboramos en proyectos de desarrollo lo hacemos porque creemos en la justicia social y la solidaridad pero luego a veces caemos en la trampa de criticar el «egoísmo» de profesionales provenientes de países en desarrollo que emigran en busca de mejoras laborales en vez de quedarse en su país para intentar levantarlo. Por eso, al hablar de este tema, primero deberíamos imaginarnos en la situación de un profesional que sabe que al emigrar puede recibir un salario 5 veces mayor y con ello sacar a su familia de la pobreza, y luego preguntarnos qué haríamos nosotros en su lugar, si seríamos o no tan solidarios si estuviéramos en condiciones más desfavorecidas.

Por mi parte, puedo decir que los profesionales médicos que he conocido en entornos como el de Chad me han enseñado sobre todo su fortaleza y ganas de luchar a pesar de las dificultades, pero también me han enseñado a establecer prioridades y no cegarnos en conseguirlo todo a toda costa aun cuando no es posible, enseñanzas bastante difíciles viniendo de la ginecología de «madre sana, niño sano», donde un resultado diferente a ese es un verdadero fracaso.

¿Qué recomendaciones básicas daría a un médico que desee iniciarse en cooperación y voluntariado? ¿Cuáles son las claves para desarrollar un trabajo eficaz en terreno?

La primera recomendación sería que se formen bien. La formación es imprescindible ya que para trabajar en proyectos de desarrollo no basta con tener voluntad o ganas, hay que querer ayudar pero también hay que saber bien cómo hacerlo, basándonos en un principio de solidaridad y no de caridad. Además, hay que informarse correctamente sobre el contexto del lugar al que vamos y sobre la organización y su trabajo, para estar seguros de si  queremos aportar nuestro granito allí o no. Cooperar por cooperar no sirve de mucho.

También les diría que para desarrollar un buen trabajo es necesario aprender a quitarse la mochila sociocultural que cada uno de nosotros hemos ido llenando durante nuestra vida, y que no olviden de que se trata de «co-operar», es decir,  de estar dispuestos a enseñar pero también a ser receptivos, tener los ojos bien abiertos y a aprender de los demás.

Por último no me gustaría dejar de decirles que la solidaridad no solo se puede ejercer en el extranjero, y que hay muchas formas de concienciar y luchar por la justicia social en nuestro entorno y en nuestro ámbito sanitario. La solidaridad es algo que debemos practicar a diario.

La Fundación estableció desde sus inicios un registro nacional de médicos cooperantes y voluntarios a través del cual estamos detectando la realidad de nuestros profesionales y sus necesidades. Además he generado una plataforma de trabajo, consulta e intercambio de información entre profesionales médicos y organizaciones de desarrollo. ¿Cuál sería su petición al Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos y su fundación?, ¿Qué aspectos considera que se deben potenciar para garantizar el mejor desempeño del profesional médico en terreno y consecuentemente la mejora de la prestación a las comunidades de los distintos países?

Estoy personalmente muy agradecida por esta iniciativa que puede acercarnos a profesionales médicos entre nosotros y con las organizaciones de desarrollo, así como por facilitarnos información sobre formación específica en desarrollo y acción humanitaria e incluso sobre ofertas de empleo.

Por otro lado me parecería de interés que la fundación dispusiera de alguna plataforma, tipo foro, donde se pudiera intensificar este contacto y donde los profesionales podamos pedir consejo, compartir materiales que puedan resultar útiles o conocer nuestro trabajo. También sería interesante que la fundación se convirtiera en un punto de referencia para aquellos médicos o estudiantes que buscan su primera salida al terreno como voluntarios no remunerados y que se encuentran con múltiples trabas que a veces hacen que esa salida nunca llegue a producirse.

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